viernes, 30 de octubre de 2015



30 de Octubre  del 2015.
“QUIEN QUIERE HACER ALGO, ENCUENTRA UN MEDIO, QUIEN NO QUIERE HACER NADA ENCUENTRA UNA EXCUSA”

En uno de los conversatorios que se llevaron a cabo en el XXIII SEMINARIO DE DIRECTIVOS DOCENTES “EVALUACIÓN, CALIDAD Y CONVIVENCIA” el cual se llevó a cabo los días 28, 29 y 30 de Octubre del año en curso en Villavicencio y en el cual se hizo presente nuestra Secretaria de Educación, doctora Piedad Caballero Prieto;  me llamó mucho la atención esta frase “Quien quiere hacer algo, se propone, lucha y encuentra un medio para lograrlo,   enfrentando y superando todas las adversidades, estas personas ayudan a solucionar los problemas y siempre triunfan tanto en su vida laboral, como personal; pero aquellas personas que no quieren hacer nada, que no quieren avanzar, que no quieren trabajar,  siempre ponen excusas, siempre buscan un pretexto, siempre tienen una disculpa para no avanzar, para no hacer lo que les corresponde”.

Este tipo de comportamiento se va convirtiendo en un estilo de vida, en una forma de trabajar, en una forma de vivir,   pero peligrosamente termina convirtiéndose en una enfermedad, llegando a que la persona viva desilusionada, amargada, pesimista, llena de  desesperanza, todo lo vez opaco, sin ilusión en la vida, no le encuentra ningún sentido a la vida; este tipo de personas, decía el conferencista, deben  evitarse a que lleguen a ser docentes, ya que pueden hacer un daño a irreparable a muchos niños en muchas generaciones.

Pero intentemos dar la vuelta a la torta y buscar la forma de ayudar  o ayudarnos, ya que  todos en algún momento de nuestras vidas podemos llegar a padecer un poco o mucho de este síndrome. Lo complicado es no superarlo.

“Transformar el plomo en oro. Era la base de la alquimia, transformar un metal  denso, gris y pesado, en un metal noble, puro y hermoso.  Y aunque los alquimistas de la antigüedad hacían y experimentaban para lograr este hallazgo, y encontrar el elixir que pudiera lograr el oro tan deseado y codiciado, la metáfora queda a punto para explicar el arte de vivir y entender como un sentimiento o experiencia dura, opaca y pesada puede transformarse en algo realmente grandioso y extraordinario.

La desesperanza y la desilusión son sentimientos que se pueden juzgar como “malos”. Y a decir verdad, cuando los hemos padecido, ciertamente hacen lucir la vida gris, turbia y hasta sospechosa. No tenemos confianza, perdemos la esperanza y las cosas parecen no ser lo que esperábamos o quisiéramos. Estos sentimientos son fáciles de sentir, sobre todo en un mundo donde las cosas a veces no parecen ser lo que queremos, y hay violencia e injusticia, desilusión y rechazo? Porque no podemos modificar o transformar la realidad en lo que nosotros deseamos o queremos. Cuando no podemos transformar las condiciones que nos duelen o nos hacen sentir limitados, cuando no sabemos cómo llenar nuestras necesidades y quitarnos de encima las experiencias que nos hacen sentir decadente, atrapado, confundido, etc., entonces empezamos a sentir mucha frustración, la cual con el tiempo se va acumulando hasta que nos quita las ganas de estar aquí. Y entonces podemos sentir ansiedad, miedo, temor,  falta de fe y hasta ganas de no vivir.


¿Cómo transformar la desilusión y desesperanza en un sentimiento extraordinario?


Aprendiendo nuevas formas de ver y entender  el planeta, el sol baja en todas direcciones. Decir que algo no debiera de ser de cierta forma es hasta cierto punto egoísta, ¿y por qué no? Si cada quien tiene el derecho a sus experiencias, equivocaciones y aprendizajes.

Cuando estoy luchando contra la corriente para cambiar algo, es que estoy tratando de encajar la vida en ideales que a mi parecer debiesen de ser. Y aunque esto puede de alguna forma servir para empujar ciertos procesos de creación, es muy desgastante. Toda la vida estaré en una lucha continua: el ideal contra la realidad. Y esta batalla me exentara de concentrarme en el presente, de disfrutarlo, estoy disociado en un tiempo ideal, pensando en que cuando tenga o pase algo, entonces yo estaré bien o seré emocionalmente estable. Se  agotara tarde o temprano, mi fe, mi esperanza, porque la vida no cambiara realmente. La vida es lo que es. Juzgarla y reprobarla continuamente es no permitirme ni a mí ni a los demás ser lo que son o ser lo que soy. Acomodar a todo el mundo “en su lugar” no me permite que disfrute lo que hay en este momento, me distrae de aventurarme en lo que no se de mí mismo, me resta. Si estas desesperanzado o desilusionado, quizá es momento de dejar de ver hacia fuera, hacia el pasado, hacia el futuro.

Deja de enfocarte en lo que no quieres y te gusta y concentrar tu atención en entenderte mejor, en aprender de lo que has vivido, en dejar de criticarte, compararte y de estar en una continua competencia entre el “bien” y el “mal”. Realmente nada está bien ni mal. A menos que tú lo admitas así. Pero porque no mejor empezar a admitir todo como una bendición, “lo malo” como un empuje o motor para acercarte a las grandezas que hay dentro de ti, si dejas de esperar de los demás y empiezas a encontrar el poder dentro de ti, verás que justo ahí está todo eso que buscas y esperas. Y siempre ha estado ahí.
Esto también hace parte del proceso de crecimiento y desarrollo  continuo que vivimos cono seres humanos y especialmente como docentes, porque sean lo que sean nuestros estudiantes,  debemos comprenderlos, guiarlos, motivarlos, valorarlos, hacerlos sentir queridos y desarrollar en ellos su inteligencia.



Jaime Julián Angulo Paredes
Rector  


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