domingo, 14 de abril de 2024

¿Qué es la disciplina positiva y cómo emplearla en el aula?

La disciplina positiva es un sistema de enseñanza centrado en el estudiante en el que se usan estrategias constructivas basadas en el respeto y la empatía frente a métodos tradicionales que abogan por los castigos.

La educación es una de las herramientas más importantes para mejorar la sociedad y preparar a las generaciones futuras. Gran parte del éxito de la misma —además de la formación adecuada de los docentes— es la metodología empleada. Frente a los métodos tradicionales, más rígidos y apoyados en castigos, la disciplina positiva en el aula fomenta una relación entre el profesor y el estudiante basada en el respeto, teniendo en cuenta las emociones y capacidades de los alumnos y abogando por comprender sus comportamientos. Para ello se establecen límites y normas en función de cada niño/edad.

La disciplina positiva en el aula es una forma de educar que no recurre a la disciplina correccional y, por lo tanto, no emplea el castigo (ni físico ni emocional). Para ello se centra en el refuerzo de los comportamientos deseados, en lugar de castigar a los estudiantes por los inadecuados. Esta técnica requiere de más esfuerzo, tiempo y paciencia, pero se ha demostrado que es más eficaz y, además, mantiene la premisa de respetar a los niños.

Una de las claves de la disciplina positiva es el reconocimiento de los comportamientos apropiados y la motivación para alcanzarlos. Para ello, los maestros deben establecer claramente las expectativas para el comportamiento y explicarlo a los estudiantes de manera clara y concisa. También deben proporcionar retroalimentación inmediata en lugar de esperar hasta el final de la clase.

Para aplicar la disciplina positiva en el aula es fundamental que los profesores establezcan  una relación de confianza con sus alumnos, conocerlos, tener en cuenta sus intereses y capacidades y entender sus necesidades tanto a nivel grupal como individual.

¿Cómo aplicar la disciplina positiva en clase?

Fijar límites claros de conducta

Esto permite construir una relación basada en la confianza y respeto entre los estudiantes y el profesor. Fijar normas que todos comprendan contribuye a entender lo que se espera de ellos y a prevenir comportamientos inaceptables.

Recompensar por comportamientos positivos

Crear recompensas como elogios, tarjetas de reconocimiento o, incluso, estrellas en una pizarra para recordar tareas bien hechas, puede ser una buena manera de motivar a los estudiantes.

Establecer relaciones positivas

Es una de las claves para aplicar la disciplina positiva en clase. Al hacer preguntas abiertas, escuchar activamente y mostrar respeto a los alumnos es más fácil crear un ambiente en el que se sientan cómodos y respetados.

disciplina-positiva

Enfocarse en el proceso de aprendizaje y no en el resultado final

Proporcionar oportunidades para la discusión, el debate y la colaboración, ofreciendo una retroalimentación constructiva.

Normas de comportamiento

Involucrar a los estudiantes en el diseño de normas de comportamiento y en la determinación de cómo se abordarán los conflictos. Esto les brindará la oportunidad de ser parte del proceso, aumenta la motivación y contribuyen en el desarrollo de habilidades de liderazgo. Hay que tener en cuenta que estas normas son “vivas”, es decir, se pueden ir adaptando a lo largo del curso.

Dar ejemplo

De nada vale la teoría si no se aplica en la práctica, máxime cuando se trata de niños de corta edad. Por eso los profesores deben dirigirse a los niños con respeto, sin gritos, hablando con firmeza pero sin imposiciones.

Fomentar las actividades colaborativas

Para que todos los alumnos se sientan partícipes, se ayuden unos a otros y aprendan que, aunque tengan capacidades diferentes, todas son importantes.

Es importante mencionar que cada estrategia que se aplique en el aula de clase dependerá de la edad, el grupo y las características individuales de los estudiantes.

Para aplicar la educación positiva en el aula es importante que los docentes cuenten con una formación especializada que les ayude a entender el comportamiento de los niños, su desarrollo y necesidades. 

martes, 9 de abril de 2024

 

Mi hijo no quiere estudiar: mira 6 consejos que te pueden ayudar


Naturalmente, a la mayoría de los niños les gusta aprender cosas nuevas.
 
Basta observar su entusiasmo cuando logran andar, o cuando comienzan la alfabetización y quieren leer toda y cualquier palabra que puedan, ya sea empaques, estampas, letreros…
 
La sensación de superar los retos y adquirir un nuevo conocimiento motiva al niño y le hace sentir bien.
 
En otras palabras: la sensación de acertar y lograrlo es fundamental para cambiar “mi hijo no quiere estudiar” por “a mi hijo le encanta aprender”.
 
Aprovechar esa motivación es una herramienta poderosa que tienes en tus manos.
 
¡Mira algunos consejos que pueden marcar la diferencia en tu casa hoy mismo!


Establece metas con tu hijo

Disfrutar el estudio está íntimamente relacionado con la idea de motivación.
 
Como vimos, no poder entender el contenido trae frustración, baja autoestima y menos ganas de aprender.
 
La buena noticia es que lo contrario también es cierto.
 
Al dominar un contenido o sacar una buena nota, el niño se da cuenta de que es capaz y se siente motivado a seguir adelante.
 
Por lo tanto, si estás viviendo el dilema de “mi hijo no quiere estudiar”, es importante establecer con él metas alcanzables y realistas, incluso fáciles al principio.
 
Por ejemplo: estudiar sin interrupciones durante media hora o hacer cinco ejercicios de una asignatura.
 
Al alcanzar la meta, él recibirá una dosis de estímulo y sabrá que puede ir más allá. A partir de ahí, las metas se pueden aumentar gradualmente.


Sé más flexible

Nadie está motivado y es productivo el 100% del tiempo. Esa es una verdad que se aplica tanto a los adultos como a los niños y adolescentes.
 
Entonces, antes de decir “mi hijo no quiere estudiar”, trata de ser más flexible y comprender si la falta de ganas es solo un cansancio momentáneo o un período de bajo rendimiento.
 
Si este es el caso, puedes acordar con tu hijo cuál será el horario de estudio y algunas reglas que debe seguir. Con flexibilidad, esto se puede hacer incluso con su participación.


Ofrece ayuda

Si tu hijo no quiere estudiar, no es tu papel discutir el contenido con él o aclarar sus dudas. La mayoría de la gente no tiene ni el conocimiento ni la didáctica necesaria para eso.
 
Deja esta tarea para los profesores.
 
Pero eso no significa que no debas ayudar a tu hijo a estudiar. Existen innúmeras maneras de hacerlo.
 
Lo más importante, en cualquiera de ellas, es que él sepa que confías en su potencial. Esta seguridad y apoyo son esenciales para que confíe en su capacidad.
 
Además, trata de enfocarte más en las conquistas y menos en las derrotas. Encuentra puntos concretos para elogiar, por menores que sean.
 
Por mucho que una calificación aún no sea la ideal, observa si es mejor que las anteriores y reconoce este avance.

Permite más autonomía

Tu hijo necesita entender que los estudios son su responsabilidad.
 
Una forma de hacerlo es fomentando su autonomía.
 
Independientemente de la edad del niño, es importante delegarle tareas que fomenten su autonomía.
 
Puede ser organizar los juguetes en la habitación, poner la ropa sucia en el cesto o hacer la cama. Estas responsabilidades sencillas le enseñan a manejar las responsabilidades solo.
 
El resultado es una perspectiva más activa frente los estudios. Con autonomía, tu hijo aprende a organizarse e incluso a identificar lo que le funciona mejor.

Habla sobre la importancia de los estudios

Muchas veces, los jóvenes no pueden comprender los beneficios de los estudios para la vida o simplemente entender por qué necesitan estudiar.
 
Por eso, es importante que tengas conversas con tu hijo que lo ayuden a darse cuenta de los beneficios del aprendizaje.
 
Pero no basta con solo hablar sobre la importancia de los estudios. Es fundamental que los padres participen activamente y, sobre todo, muestren interés por el aprendizaje de sus hijos.
 
En estos casos, el ejemplo también suele ser una herramienta poderosa.
 
Si estás siempre aprendiendo cosas nuevas y te mantienes abierta al conocimiento, haciendo cursos, leyendo, siendo curiosa y actualizándote, tu hijo se dará cuenta en la práctica de lo importante que son los estudios.

domingo, 31 de marzo de 2024

 ... DE INVESTIGACIÓN SOBRE ROL Y TRABAJO  DOCENTE.

En cuanto al director de grupo, además de asumir la responsabilidad de diseñar, ejecutar y evaluar los procesos de enseñanza - aprendizaje para una materia, también debe apoyar y orientar a su grupo para que alcance eficientemente un alto desempeño académico y disciplinario, realizando un seguimiento constante y la evaluación del aprendizaje, participando en los diferentes procesos de gestión académica, promoviendo la participación de sus estudiantes en diferentes actividades en beneficio de la institución y la comunidad que lo rodea, en donde todos sus integrantes deben trabajar en equipo, con respeto, liderazgo y compromiso.

 

EL PAPEL Y DESEMPEÑO DEL DIRECTOR DE GRUPO

4.2.2. DIRECTOR DE GRUPO La dirección de grupo es una actividad y compromiso que puede asumir un docente de cualquier grado. Específicamente hace referencia al trabajo de acompañamiento que realiza un docente cuando se le asigna la orientación de un grupo de estudiantes.

En esta labor, el director de grupo cumple el rol de guía en el proceso educativo del educando, con el objetivo de acompañar y garantizar su formación integral. De acuerdo con Dávila (2006): El Director de Grupo es el adulto que, después de los padres, tiene la mayor responsabilidad en la formación del estudiante ya que en sus manos tiene la misión ineludible de transmitir todos aquellos valores propios de cada comunidad educativa, definidos en el Proyecto Educativo Institucional. (…) además de su función docente propiamente deberá ejercer la supervisión y control necesarios sobre el grupo de estudiantes a cargo con el propósito recurrente de crear y mantener un ambiente pedagógico óptimo (…). (párr. 2-3)

En la literatura científica se encuentran diversas definiciones sobre el concepto de director de grupo. De esta manera, se inicia con la propuesta de Valdés (2016), quien define este rol como, “(…) un animador, un orientador, un gerente y un constructor.

Es un animador porque busca siempre partir de altos niveles de motivación en sus estudiantes, celebrar con ellos sus logros (…)” (p. 20). Desde estos postulados, es posible extraer características que describen a un director de grupo, tales como: orientador, guía, animador y, más allá de ser docente, apoyar a sus estudiantes en cualquier situación que requiera de ayuda. Así mismo, un buen director de grupo tiene la función de ser un acompañante de los educandos, entendiéndose como una persona que se convierte en un guía en todo el proceso formativo (Martínez, 2018). El acompañante también realiza la función de transmitir principios y valores al acompañado, al proponer modelos de identificación que posibiliten la construcción de su personalidad. Todo ello con el firme propósito de ayudarle a crecer, a aprovechar al máximo todo su potencial, permitirle ser persona y contribuir a su proceso de maduración y crecimiento, de desarrollo humano. (Martínez, 2018, p. 20) Desde este contexto, el director de grupo debe ser una persona que mantenga una comunicación permanente con las familias y los estudiantes que tiene a su cargo, esto con el fin de motivarlos y orientarlos a cumplir las metas propuestas en el año escolar. Del mismo modo, puede convertirse en un personaje que le aporte al educando herramientas para ir forjando su proyecto de vida. Así como lo menciona Martínez (2018), al inicio del año escolar, los estudiantes se trazan unos planes concretos, por los cuales ellos trabajan durante todo ese período, con la ayuda de sus cuidadores primarios, docentes y director de grupo, quienes los acompañan a proyectar una visión de ellos a largo plazo.

Para educar integral y auténticamente es necesario acompañar, hacer seguimiento, y para acompañar y hacer seguimiento es indispensable tener vocación de educador, lo que necesariamente supone dedicación y entrega. Esta relación de compañía es la que permite al otro contar con un espacio para expresarse tal y como él es, sintiéndose libre, escuchado, comprendido, lo cual le ayuda a confrontarse, aceptarse y superarse como persona, como ser humano en proceso de construcción. (Martínez, 2018, p. 19) Igualmente, la relación de confianza que ofrezca el director de grupo facilita que el estudiante pueda manifestarle sus inquietudes o dudas, sin sentirse rechazado o con miedo a comunicarse abiertamente con el/ella.

Siendo así, es posible afirmar que el director de grupo pasa a cumplir un rol paralelo al rol de cuidador en la familia, pero dentro del entorno escolar. Por consiguiente, el director de grupo se convierte en un maestro dinamizador del proceso de aprendizaje del estudiante, lo invita a cumplir con los deberes que tiene y, de igual forma, lo motiva a hacer valer sus derechos como miembro de una comunidad educativa, apoyándolo en el logro de los objetivos trazados en su vida escolar.

En este orden de ideas, es importante resaltar que el director de grupo debe brindarle al estudiante, las herramientas necesarias para que este aprenda a comportarse de la mejor forma con todos los miembros de la comunidad educativa, participar activa y espontáneamente de las actividades que se realicen en el aula de clase, y promover espacios de interacción con sus compañeros en trabajos colaborativos y cooperativos.

De este modo, el docente que asume el rol de director de grupo tiene la misión de formar a los estudiantes en todos los aspectos sociales, orientar al educando para que logre mantener una relación de armonía y tolerancia con los demás, a forjar valores como la solidaridad, la humildad, igualdad, y sobre todo aprender a vivir en sociedad.

Todo ello se debe ir promoviendo desde que el niño inicia su etapa escolar, es decir, desde el nivel de preescolar, pues se considera que desde esta etapa comienza a formar su personalidad, a construir aprendizajes sociales, comprendiendo los valores y normas básicas de convivencia para relacionarse con las personas que lo rodean.

Posteriormente, todos estos aspectos deben continuar fortaleciéndose en la etapa de la adolescencia, con el acompañamiento pertinente y oportuno del director de grupo. Para lograr estos objetivos, el director de grupo puede organizar actividades o estrategias con sus estudiantes, que conlleven a fortalecer la comunicación y la interacción social entre pares.

Entre estas actividades se puede implementar el trabajo cooperativo como una herramienta que favorece el trabajo en equipo, las relaciones interpersonales y la comunicación permanente con el docente.

En síntesis, se coincide con Dávila (2006) cuando expone que el director de grupo es una persona adulta que, de una u otra manera, se encarga de los estudiantes cuando estos se encuentran en la escuela. Además, tiene la responsabilidad de promover, junto con el resto de docentes, una educación formal e integral, es decir, formar ciudadanos que cumplan con la misión y visión del PEI.

domingo, 17 de marzo de 2024

 

Qué es un profesor


Un profesor es un profesional que se encarga de enseñar o transmitir conocimientos a otras personas. Por lo general, trabajan en escuelas, institutos y universidades aunque también pueden ejercer como trabajadores independientes o  dando clases privadas.

Los profesores utilizan diversas estrategias para ayudar a sus alumnos a aprender, como conferencias, debates, trabajos en grupo y actividades prácticas. Los buenos profesores saben cómo adaptar sus métodos de enseñanza y cumplir con las necesidades de cada estudiante. También inspiran a sus alumnos a ser curiosos y a pensar de forma crítica sobre el mundo que los rodea.

Características de un profesor CACIQUISTA

Un buen profesor es un profesional con la habilidad de involucrar a los alumnos en el aprendizaje y motivarlos para que den lo mejor de sí. Crean un entorno de aprendizaje positivo y fomentan el amor por el estudio en sus alumnos.


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·         Inspira a los alumnos a conocer más de su materia. ...

·         Aprende de sus estudiantes. ... se auto corrige y se esfuerza por ser cada día mejor.

·         Pone a sus alumnos como eje del proceso formativo. ...

·         Conoce a sus alumnos. ...

·         Valora y estimula la creatividad. ...

·         Es observador e intuitivo. ...

·         Tiene el don de la palabra. ...

·         Desafía a sus estudiantes.

·         Escucha a sus estudiantes.

·         Es mediador en los procesos académicos y de convivencia.

·         Siempre llega con algo nuevo a la clase.

·         Motiva con lo que hace y con lo que enseña.

·         Es respetuoso en todo lugar y momento e inspira con sus acciones, con su palabra, con su opinión y con lo que hace.

·         Es un maestro que pone la fuerza de la razón y de los argumentos por encima de la autoridad o el poder.

·         Es una persona que busca la forma más clara y sutil, para entregar lo mejor de su conocimiento a nuestros estudiantes. Esa persona que se esfuerza para que todos  sus estudiantes le entiendan y se apropien del conocimiento que imparte

·         Es una persona muy especial que conoce profundamente a sus estudiantes y sabe cuáles son sus fortalezas para potenciarlas y sus debilidades para ayudarlos a corregirlas.

·         Es una persona que utiliza los principios del aprendizaje dialógico y el dialogo igualitario para concertar y resolver los más elementales mal entendidos.

·         Es esa persona que dentro de su formación pedagógica esta convencida de que “Nadie lo sabe todo, nadie lo ignora todo, y que todos aprendemos en la medida de que nos inter-relacionamos”.  Y que el maestro es un facilitador de los aprendizajes.  

Con la convicción de que lograremos nuestros más íntimos propósitos teniendo en cuenta nuestro slogan, “Hagamos Mejor lo que Estamos Haciendo Bien” que es la base de un mejoramiento continuo.


JJAP