sábado, 28 de septiembre de 2019


Columnistas


ARTÍCULO PARA UNA AUNTOEVALUCIÓN DOCENTE Y UNA REFLEXIÓN PROFUNDA.

¿LOS PROFESOR@S TAMBIÉN PIERDEN EL AÑO?

Al inicio de un año escolar, toda institución educativa bien programada organiza sus jornadas de estudio para los días escolares venideros. ¡Qué bueno sería que nuestros docentes pensaran durante un momento que también ellos pueden perder el año! Un ex alumno piensa así de algunos de sus maestr@s:


“El profes@r pierde el año cuando sus alumnos al final del periodo escolar no le respetan ni le estiman; cuando en las jornadas escolares solo se preocupa de transmitir una ciencia sin sentido y sin alma; cuando solo piensa en llenar cabezas con contenidos de un programa que hay que cumplir a marcha forzada.



“Pierde el año el profes@r que es demasiado indulgente con sus alumnos y permite que se lo ‘merienden’ en todas las clases; que los premia con magníficas notas que no merecen y cuyas clases gustan porque son una continuación del recreo, ‘puro relajo’.



Pierde el año el profes@r demasiado severo a quien los alumnos temen, aquel que se ufana de hacer perder el año; aquel cuya asignatura es la más difícil para los alumnos. Este profesor ‘cuchillo, cuchilla, verdugo, machete, exterminador’, amenazador que se ufana de ser el que más estudiantes le perdieron, ese maestr@ que aun sin terminar el año ya le han perdido la materia, aquel maestr@ que le quita la ilusión de luchar a sus estudiantes sin haber terminado la competencia, aquel que confunde lo academico con los disciplinario y desde el comienzo del año dice, tu ya perdiste la materia, tu conmigo no pasas, aquell@s que piensas que la nota es un instrumento de venganza y que ellos son el látigo de Dios para redimir su venganza, aquel que en vez de animar, desanima, pobre de este maestro, casi siempre pierde el año porque él jamás entendió su misión de maestro, como un profesional especial que esta para ayudar a transformar vidas y toda una sociedad.



“Pierde el año el profes@r que atormenta diariamente a sus alumnos con la rutina de la repetición. El que concibe a sus alumnos como loros, como autómatas, como cajas de resonancia, simples papeles de carbón o fotocopias.



“Pierde el año también el profes@r que siendo docto y versado en su ciencia, jamás influye positivamente en la conducta y aprovechamiento de sus alumnos, no les ayuda a estructurar su carácter, menos aún su personalidad; también, quienes pasan por los salones de clase como anónimos, sin dejar estela, a quienes sus alumnos no les recuerdan ni para bien ni para mal; aquellos maestros de relleno, con una personalidad precaria, aburridos por cansancio, con apuntes añejos, simples cumplidores de un contrato laboral, cuyos alumnos son fichas, números, masa bulliciosa, ‘desadaptad@s’, vagos. Profesores de esta clase, pierden el año; ni regalándoles puntos se quedan para supletorio.



“Gana el año aquel profes@r que sabe inculcar en sus alumnos un sentido de responsabilidad ante el deber, aquel que sabe exigir en forma razonable; ese profes@r ya se ganó el respeto y la sincera estima de sus alumn@s porque supo escuchar sin alterarse las preguntas o reclamos razonables hechos por sus estudiantes. Gana el año el profesor que sabe contagiar a sus alumnos la conciencia de bien, rectitud, responsabilidad, sinceridad, franqueza, alegría, optimismo.

Gana el año en forma rotunda y contundente aquel maestro innovador, aquel maestr@ que entendiendo las dificultades de un estudiantes, se le acerca al más humilde y desprotegido,  a aquel estudiante que molesta y siempre es desatento, a aquel que ha sido identificado como alumno problema, a aquel que es ignorado y casi nunca se le escucha, le pregunta con quien vive, que pasa en su casa, que hacen sus padres, le escucha de su vida, aquel que descubre las dificultades de ese niño que ha sido maltratado, rechazado o socialmente violentado, aquel que se da a la tarea de descubrir las causas de su bajo rendimiento y de su comportamiento agresivo; es@  maestro que le ofrece su amistad, su tutoría y su ayuda, es@ profesor que nunca se da por vencido, que persiste para ayudar a superar esos comportamientos y esas dificultades.  

Gana el año, aquel maestro que da más de su tiempo y de conocimiento para que su grupo y sus estudiantes sean los mejor. Ese maestro que ha tomado en serio su papel de educador, de docente, es@ maestr@ sensible que entiende la diversidad  y los ritmos de aprendizaje de sus estudiantes, ese maestro visionario que descubre los talentos de sus estudiantes y los potencia, que esta en el aula y en esta profesión para ayudar a superar las dificultades de aquellos que van a un ritmo diferente, para animar, para motivar, que buscar y diseña estrategias que conlleven a hacer entender y superar las dificultades y los malos momentos. 

Es@ maestr@ prudente que no levanta la voz para corregir y que con solo levantar un dedo todos le escuchan.  Ese maestr@ valiente que sabe reconocer sus errores y que lo utiliza estratégicamente para enseñar, es@ que no esta pegado a la nota y que ha entendido que cuando un estudiante ha superado sus dificultades o ha alcanzado los logros propuesto tiene que ganar, es@ maestr@ valiente que se enfrenta, lucha y defiende a sus estudiantes cuando tienen la razón, es@ que no le tiembla la mano para cambiar la nota porque ha entendido que la nota no es lo más importante sino el conocimiento adquirido,  ese maestr@ que después de muchos años  se encuentra con sus estudiantes jóvenes, señores, señoras o profesionales de cualquier índole, y con alegría se le acercan y le dicen MAESTR@, PROFES@R, yo soy fulano de tal, soy Pepito Pérez , de tal colegio, de tal promoción, se acuerda, se acuerda, de mi,... ese es un maestr@ que ha dejado huella, que ha trascendido, que ha transformado vidas, que permanece y perdura en la mente de sus estudiantes porque les toco el alma y los ayudo a transformar sus vidas. 


“Si después de una evaluación sincera, el ochenta por ciento de los profesores de un establecimiento gana el año, digamos que va bien ese colegio; si el sesenta por ciento apenas si gana el año, entonces podríamos decir que está en decadencia su institución”.



Esta es una carta anónima, con retoques personales, a una institución educativa sin nombre. Es una advertencia o un reclamo para cada uno de los maestros del MUNDO: depende cómo entendamos estas líneas. No está dicho todo, pero contiene bastantes rasgos de aquellos que caracterizan a los “maestros perdedores de año”. 


¡Cómo entender la razones de estos párrafos y cómo despejarnos en ellos: he ahí el dilema!
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