miércoles, 12 de septiembre de 2018


La docencia y su repercusión en la formación de la personalidad

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La educación puede enseñar cómo y cuándo hablar con otras personas dependiendo del momento
La educación puede enseñar cómo y cuándo hablar con otras personas dependiendo del momento

  • La personalidad es el conjunto de las características que definen quiénes somos y cómo nos comportamos.
  • La educación no solo consiste en enseñar conocimientos, también influye en otros factores de la personalidad.
  • En el colegio, los niños aprenden códigos de conducta y desarrollan sus capacidades intelectuales.
La enseñanza es una parte fundamental de quienes somos y en quienes nos convertimos. No consiste solo en obtener conocimientos y habilidades, sino en desarrollar nuestra personalidad. Esto no es tan simple como que un profesor que cuenta chiste influirá en que los alumnos sean más divertidos. Es infinitamente más complejo.
Para empezar, ¿qué es la personalidad? No se trata de una sola cosa, sino del conjunto de nuestras fortalezas y debilidades, cómo nos enfrentamos a ellas, la confianza en uno mismo, la humildad, los modales y la capacidad de adaptación, entre otros factores. Para tener éxito en el mundo laboral y formativo hay que tener una buena personalidad.
La docencia repercute enormemente en la formación de la personalidad de los alumnos, sobre todo de los niños. Estas son las formas a través de las cuales una buena educación construirá buenas personalidades:

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Capacidad de superación y ética

La docencia debería enseñar a encajar los golpes. Si aprendes a superar las derrotas y los errores y a aprender de ellos, esto se reflejará en tu personalidad. Además, enseña a los niños a no hacer trampas, lo que desarrollará (o podría desarrollar) la parte ética de sus personalidades.

Conocimiento

El conocimiento siempre es importante, también para la formación de la personalidad. La falta de conocimiento y cultura se traduce en una capacidad intelectual más limitada. Por eso, el conocimiento ayuda a los alumnos a entender el mundo en el que viven y a ser conscientes de sus actos y consecuencias.

Confianza en uno mismo

Una educación de calidad debería impulsar la seguridad de los niños en sí mismos. No dejes que la competitividad en clase merme esa capacidad en los estudiantes con más dificultades. La docencia es una herramienta para que los alumnos alcancen sus metas a su ritmo y que se sientan capaces de lo que se propongan.

Conducta

Un buen comportamiento adaptado a las diferentes situaciones también forma parte de la personalidad. Lógicamente, en clase se establecen y exigen códigos de conducta que los niños deben cumplir. La educación puede enseñar cómo y cuándo hablar con otras personas dependiendo del momento. Los estudiantes pueden desarrollar una buena personalidad si aprenden las normas de comportamiento.

Creatividad y memoria

Una buena educación no debería centrarse solo en desarrollar la memoria, sino también otras formas de inteligencia como la creatividad. En cierto modo estas habilidades nos vienen de nacimiento, pero también pueden desarrollarse a través de la enseñanza. El docente debería conocer los puntos fuertes y débiles de sus alumnos para enfocar sus clases, ya que de esto dependerá en gran medida la formación de la personalidad de sus estudiantes.

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