martes, 8 de septiembre de 2015


CÓMO MANTENER LA DISCIPLINA EN LAS AULAS.


LOS PROFESORES  APRENDEMOS Y NOS ENGRANDECEMOS CON LA EXPERIENCIA.
Articulo para leer una y diez veces, aplicar  y nunca olvidar.

Todos los años y en todos las instituciones oficiales y privadas del país al menos, por esta época, último periodo, meses de septiembre y octubre,  el ambiente se torna pesado y difícil.
Ya porque a estas alturas del año estamos cansados, ya porque el estrés empieza a hacernos mella, ya porque los estudiantes que durante los tres primeros periodos académicos no respondieron a sus responsabilidades  académicas, ya por la presión de los trabajos, ya porque hay altas probabilidades de perder el año, en fin…, empiezan a aparecer toda clase de problemas para los cuales como educadores debemos sacar a relucir toda nuestra experiencia y profesionalismo para evitar situaciones altamente embarazosas.
Por tal razón y tratando de prevenir enfrentamientos innecesarios o situaciones de maltrato  e irrespeto que nos dejen mal parados, compartiremos esta serie de consejos:
   
 1 Deja claro desde el principio cuál es el rol de cada uno.
El profesor es el profesor y el alumno es el alumno. Podrán llevarse bien, pero el maestro nunca debe olvidar cuál es su papel. Para ahondar en su carácter de educador y potenciar su autoridad, el profesor debe evitar en todo momento el ‘colegueo’ con los alumnos, ya que ello podrá jugar en su contra si llega el momento de amonestar al alumno por alguna razón. Esto no significa que el maestro no pueda charlar amigablemente con la clase, pero sí que nunca debe hacerse en calidad de amigo, como si se tratara de uno más del grupo.
 
·  2 Establecer unas normas desde el principio.
Es preciso hacer saber a la clase desde un primer momento que existen unas normas que deben seguirse, y que su incumplimiento acarreará una serie de consecuencias. Es bueno que esta normativa se establezca con la colaboración de toda la clase, así los alumnos se sentirán más implicados y es más probable que sigan las normas. Una buena idea en este sentido es elegir un delegado de clase que sirva como un nexo entre las demandas del alumnado y el profesor. Así, los alumnos sentirán que se escucha lo que tienen que decir.
 
·  3 Fomentar la horizontalidad de las relaciones.
No cabe duda de que hay que dejar bien definida la autoridad del profesor desde el principio, pero esto no quita que éste no deba escuchar lo que tienen que decir los alumnos. Un joven que siente que no se le tiene en cuenta y que no se escucha lo que tiene que decir es un joven enfadado, y con toda la razón del mundo. Un profesor debe de ser capaz de transmitir a sus alumnos la sensación de que pueden contar con él para resolver sus problemas académicos y de que pueden transmitirle sus quejas sin temor a ser reprendidos por ello, y debe ser capaz de hacer esto sin que su autoridad se ponga en entredicho. Puede ser difícil, pero al fin y al cabo, es la responsabilidad del maestro.
 
·  4 Las amonestaciones.
Amonestar a un alumno puede convertirse en un auténtico reto para un profesor, ya que puede suceder que el primero no considere justo el castigo que se le está imponiendo y ‘plante cara’ al docente. En estas situaciones es fundamental evitar el enfrentamiento directo con el alumno, puede que éste aproveche la ocasión para hacerse el ‘machito’ y destacar delante de sus compañeros. Si el profesor ve que su autoridad no está siendo respetada, lo mejor es que acuda a una instancia superior del centro educativo, como por ejemplo el jefe de estudios o el director. El profesor tiene la potestad de sancionar las faltas leves y graves de los alumnos, ya sea por medio de una amonestación por escrito, expulsando al alumno de clase o retirándole, si procediera, un aparato electrónico hasta la finalización de la jornada. Es importante que aplique estos castigos sin dudar, ya que cualquier ápice de duda será interpretado por el alumno como una señal de la debilidad del profesor y aprovechado en su contra. El apoyo de la dirección al profesorado resulta vital en este sentido.
 
·  5 Cómo actuar ante un ‘graciosillo’.
Es un hecho: en todas las clases hay un ‘graciosillo’ que planta cara al profesor y que desafía su autoridad. Tratar con este tipo de alumnos supone otro gran reto para los docentes. La clave está en no responder al alumno, en no darle la oportunidad de humillar al profesor. Este tipo de comportamientos se refuerza a base de las risas del resto de compañeros, por lo que entrar en una discusión abierta con un alumno que desafía a un profesor sólo conseguirá que lo rete una y otra vez. Lo mejor es hacer caso omiso de los comentarios del alumno. ‘El mejor desprecio es el no aprecio’ dice el dicho, y en estas situaciones se convierte en una gran verdad. Nuevamente, el profesor deberá hacer uso de su autoridad, aplicando el castigo que corresponda sin dudarlo. También resulta útil poner en conocimiento de los padres y de la dirección del colegio el comportamiento del alumno.
 
·  6 ¿Qué papel deben jugar los padres?
El colegio es un espacio en el que los jóvenes deben aprender a funcionar y convivir en sociedad sin la ayuda de sus padres, y como tal, tiene una gran importancia en el seno de la sociedad. Sin embargo, implicar a los padres en el proceso educativo de sus hijos puede ser una buena idea, especialmente si se está ante un alumno conflictivo. Hacerles llegar las amonestaciones por escrito de su hijo o concertar citas con ellos hará que los padres estén al tanto de lo que ocurre en el colegio y de que se impliquen en su formación escolar.
 
·  7 Las agresiones.
Se han llegado a dar casos en los que un alumno ha agredido físicamente a un profesor, llegando en ocasiones a producirse lesiones. Haciendo respetar las normas de clase y la autoridad del maestro nunca se debería llegar a esta situación. Sin embargo, si se diera el caso, es de vital importancia que el profesor nunca jamás responda con otra agresión física hacia el alumno. Por una parte porque se trata de formar a los jóvenes en una cultura abierta y tolerante que dice no a la violencia, pero por otra porque en la inmensa mayoría de los casos, el alumno es un menor de edad, y agredir a un menor puede acarrear serias consecuencias legales. En lugar de ello, la agresión deberá ser puesta en conocimiento de la dirección del centro y de los padres del alumno que la acomete. Si considerara necesario, procedería interponer una denuncia ante las autoridades, incluyendo el parte de lesiones si es que las hubiera.
 
·  8 El profesor 'nuevo'.
Cuando un profesor se incorpora a un centro escolar su posición es un poco más 'vulnerable' que la de sus compañeros de profesión. Los alumnos aún no lo conocen y tiene que hacer valer su autoridad empezando desde cero. Para ayudar a un docente en esta situación, puede resultar muy útil que sea presentado ante sus nuevos alumnos por una figura que esté por encima de su propia figura, como por ejemplo el director del colegio. Ello revertirá al nuevo maestro de una cierta autoridad que lo ayudará de cara a mantener el orden en su clase.

Quiero recordar que además de la experiencia, el conocimiento que hemos venido depurando en el desarrollo de nuestras clases y el manejo de grupo, que son fundamentales para el control de toda actividad; contamos con un PACTO DE AULA PARA LA SOLUCIÓN PACIFICA DE CONFLICTOS, el cual tiene un DECÁLOGO DE CONVIVENCIA,  para padres, docentes y estudiantes, el cual, estamos seguros es una herramienta altamente poderosa para evitar los enfrentamientos y mejorar el clima y ambiente escolar, además contamos con  un grupo de estudiantes formados y altamente competentes que  debemos utilizar en situaciones conflictivas y que estamos dejando de lado.
Ninguna ley o conocimiento son eficiente si no los conocemos, si no los tenemos en cuenta o si los aplicamos.
En todos los casos, “Control, control, control y permanecer expectantes y  altamente vigilantes, es la clave para evitar problemas”. En el momento que nos relejemos y dejemos una actividad sin control y no estemos pendientes, aparecerán los accidentes.


J.J.A.P.   

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