domingo, 31 de enero de 2016


LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES NO ES UNA CUESTIÓN SUPERFICIAL QUE PUEDA ENCOMENDARSE A MANOS DE CUALQUIER PERSONA, NI MENOS DELEGARLA SOLO A LA ESCUELA Y A LOS DOCENTES, NO. LOS PADRES, SOCIEDAD, MEDIOS Y COMUNIDAD EN GENERAL  TIENEN TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD ENORME E INELUDIBLE EN LA FORMACIÓN Y EDUCACIÓN DE NUESTROS NIÑOS Y ADOLESCENTES, Y ANTE TODO MUCHO PARA ENSEÑAR.

Los niños comienzan su aprendizaje desde el mismo momento en que nacen, aprendiendo y adaptándose a nuestro mundo con cada uno de sus sentidos.

Con los primeros movimientos torpes de sus manos, de su cabeza y de su cuerpo, se contorsiona para querer tocar y palpar,  utilizando los sentidos de la escasa vista que apenas puede adaptarse a la luz,  del tacto para descubrir partes del cuerpo de su madre especialmente su cara y  los senos,  del olfato aprendiendo el olor especifico de su madres y el olor a la leche materna, y luego con el sentido del gusto descubriendo el sabor de la leche, líquido vital que los alimentará en su primeros años.

Pegados al seno de la madre durmiendo plácidamente, sintiéndose seguros, acariciados y abrigados por la madre, es como desarrollan los lazos irremplazables de unión, amor y ternura con el ser que les dio la vida.

En la medida en que estas acciones se repiten una y otra vez  los niños se vuelven más hábiles y expertos para tener el control de su cuerpo y el manejo  y precisión de sus movimientos, donde la madre está pendiente y presta a guiarlos, a ayudarlos, a consentirlos y corregirlos cada vez que se equivoquen y cuantas veces sea necesario.

Este proceso de ensayo, error y corrección dura a través de toda la vida,  así que dejaré a los expertos la descripción detallada de cada una de las etapas del desarrollo humano.

Bien, pero toda persona con cierto grado de conocimiento sabe que: “Los niños siempre serán niños mientras dure la niñez”(desde cuando comienza hasta donde termina esta etapa), por lo cual  van a ser inquietos, casi  por naturaleza, ya que están en una etapa del desarrollo en la que quieren descubrir el mundo, tocar, experimentar, saber que pasa o como  funciona y ver la acción en vivo,  lo  que implica que van a cometer errores,  que tendrán  accidentes (a veces accidentes tan graves y peligrosos que les puede costar la vida), por lo cual, van a estar en constante peligro; el evitarlos, implica una gran responsabilidad de los padres, maestros o personas mayores que estén a su cargo o a su alrededor en el entorno.  Estar muy pendientes de todo lo que hacen, tener control sobre todas sus actividades, enseñarles  el peligro, cómo actuar en ciertas circunstancias  y corregirlos cada vez que haya oportunidad o que tengan un accidente, es una acción personal, de cada momento e indelegable. 

En este acelerado desarrollo y aprendizaje, los niños y adolescentes aprenden de todos y de todo. Aprenden del medio donde se desarrollan, de la naturaleza, de las experiencias propias y de las ajenas, pero especialmente aprenden de sus modelos a seguir o imitar, de sus héroes o heroínas, los cuales van cambiando de acuerdo a sus edades e interés.

Aprenden acciones, expresiones, comportamientos y valores de sus padres, hermanos, familiares, compañeros, amigos, vecinos y profesores; aprenden de los medios de comunicación, de la radio, de la televisión, del cine, del internet, de la prensa y de las revistas; aprenden de las autoridades, de la iglesia y de la sociedad en general, aprenden del día a día, y así van modificando sus comportamientos.

Están pendientes y expectantes para aprender en cada momento y de cada situación. Aprenden lo bueno, lo malo, lo legal, lo moral,  lo corrupto, las buenas o malas acciones  y todas las palabras y gestos que se les presenten en la calle o en cualquier programa, aprenden los comportamientos buenos, groseros o abusivos y  todas lo que ven, oyen, les cuentan o perciben.
Bien, ahora sabiendo que educar a los niños y adolescentes implica una extraordinaria responsabilidad, un gran reto y un enorme trabajo conjunto,  ¿Por qué no unimos esfuerzo y estamos más pendiente de ellos, de sus comportamientos y de su educación? O ¿por qué no empezamos a asumir nuestras responsabilidades?

Esto de la educación no es una tarea casual,  fácil o inmediatista, y menos algo de lo que se puedan obtenerse  resultados en uno o dos días, no;  requiere como lo he dicho antes de una gran responsabilidad personal, profesional  y moral de todos los implicados en ella, especialmente de los padres quienes no poder rechazar, desprenderse, desobligarse o delegar la responsabilidad; esto de la educación requiere paciencia, rectitud, constancia, dedicación, persistencia, estar vigilante en todo lugar y momento de todo lo que hagan, de lo que digan, de lo que tramen, de lo que piensen, de cómo se comportan y de con quien andan, guardar cierto control sobre su tiempo y sus acciones, enseñarles con el ejemplo y la buenas acciones,  corregir a tiempo y dedicar más tiempo al compartir y a su formación, a su aprendizaje y conocimiento.

A todos nos gustaría tener hijos o estudiantes bien educados, sin rebeldía, inteligentes, que sepan comportarse y que sigan las instrucciones que se les indican, colaboradores y proactivos, es decir con alto grado de iniciativa. Pero sabemos por la diversidad del ser humano que siempre encontraremos personas y estudiantes con comportamientos y pensamientos diversos, raros o hasta extraños, inevitable puede sonar cruel pero cierto.

El caso es que si cualquiera de los implicados   en la educación de nuestros niños o adolescentes descubre que hay un niño o joven con problemas, debe tomar la decisión inmediata y personal de actuar; es a ese niño(a), joven o adolescente a quien debemos dedicarle más tiempo, del que debemos estar más pendiente, conocer lo que saben sus padres y hacerle seguimiento. Solo así podemos descubrir su problemática, que le aflige u oprime el corazón  y posiblemente saber cómo ayudarlo.
Estoy completamente seguro que no ayuda ni sirve de nada, ignorar, rechazar, apartar o expulsar a un niño o adolescente con problemas, por el contrario, estamos creando o ayudando a agrandar el problema, ya que propiciamos la  creación de un desadaptado social o un peligroso delincuente en potencia.

Por lo cual los invito a asumir el rol que nos corresponde como padre, docentes o miembro del barrio, de la comunidad, del municipio o de la sociedad. Solo venciendo la indiferencia, desprendiéndonos de nuestros prejuicios personales, del egoísmo y tomando acciones correctivas en la formación y educación de nuestros niños y adolescentes, lograremos una sociedad más justa, equilibrada, tolerante y por ende la paz que tanto deseamos.

Jaime Julián Angulo Paredes.

Rector

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