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La estupidez, ¿un fenómeno sociológico?
Un particular estudio de la Universidad Nacional ahondó en su relación con las fuerzas de poder y la irracionalidad en la toma de decisiones.
La política, la religión, las nuevas sensibilidades y la academia tienen su dosis de estupidez vistas desde las leyes planteadas por el historiador italiano Carlo Maria Cipolla, quien planteó una polémica Teoría sobre la Estupidez.
Estás leyes plantean, en primera instancia, que esta condición se puede definir como una acción deliberada que perjudica a los otros y no beneficia a quien la realiza. En segundo término, es independiente de cualquier condición humana como la educación, el origen socioeconómico, la formación y el comportamiento moral, entre otras.
Un tercer postulado asegura que el número de estúpidos es mayor al supuesto. En cuarto lugar, se formula que ellos son más peligrosos que los malvados. Y finalmente, que toda asociación con personas estúpidas terminará mal, ya que debido a su proceder irracional no permite predecir sus acciones.
Con base en estas cinco leyes, Jorge Hernán Arbeláez, coordinador del programa Integral de Lectura y Escritura (Piple) de la Universidad Nacional en Manizales, desarrolló un análisis en relación con cuatro fenómenos contemporáneos como son: política, religión, nuevas sensibilidades y la academia.
Frente a la política, Arbeláez Pareja propone que la estupidez en este caso se concreta en la devoción a la autoridad y el miedo de los ciudadanos a pensar de manera autónoma, esperando encontrar figuras mesiánicas que piensen por ellos.
“Este es el soporte de los gobiernos totalitarios tanto de izquierda como de derecha, ya que el hombre contemporáneo tiene miedo a la libertad y ama las cadenas, en una dependencia tal que ha propiciado la complicidad y el sometimiento ante personajes nefastos para historia como Adolfo Hitler y por parte de un pueblo tan ilustrado como el Alemán”, aseveró el ponente.
En cuanto a la religión, el investigador aclara que no es una manifestación de la estupidez profesar un credo; al contrario, además de ser un derecho individual, genera estabilidad, equilibro y cohesión de grupo.
La estupidez, en este contexto, se expresa en casos extremos de líderes religiosos que conducen a sus prosélitos a cometer actos de una irracionalidad absurda, como el reciente caso del pastor peruano Ramón Castillo Gaete, de la secta Quilpué, que quemó a su bebé por considerarlo hijo del demonio, o la secta liderada por Jim Jones que en 1978 llevó cerca de 900 personas a Guyana donde se suicidaron en espera de una prometida gracia eterna.
Acerca de las nuevas sensibilidades, Arbeláez Pareja aborda las temáticas que conforman la llamada Nueva Era, donde libros y videos de superación personal afirman que cualquier suceso —independientemente de la edad de una persona— subyace a la responsabilidad individual, porque se atrajo mediante el pensamiento, e igualmente que las inequidades del mundo son proyección del pensamiento.
Finalmente, siguiendo la ley que afirma que la estupidez no guarda relación con la educación o el nivel sociocultural, el coordinador del Piple mencionó que incluso en la academia donde las personas tienen alto coeficiente intelectual es posible encontrar esta característica en términos de la ausencia de debates y discusiones sobre sus producciones, y la crítica es tomada como ataques de orden personal.
Estás leyes plantean, en primera instancia, que esta condición se puede definir como una acción deliberada que perjudica a los otros y no beneficia a quien la realiza. En segundo término, es independiente de cualquier condición humana como la educación, el origen socioeconómico, la formación y el comportamiento moral, entre otras.
Un tercer postulado asegura que el número de estúpidos es mayor al supuesto. En cuarto lugar, se formula que ellos son más peligrosos que los malvados. Y finalmente, que toda asociación con personas estúpidas terminará mal, ya que debido a su proceder irracional no permite predecir sus acciones.
Con base en estas cinco leyes, Jorge Hernán Arbeláez, coordinador del programa Integral de Lectura y Escritura (Piple) de la Universidad Nacional en Manizales, desarrolló un análisis en relación con cuatro fenómenos contemporáneos como son: política, religión, nuevas sensibilidades y la academia.
Frente a la política, Arbeláez Pareja propone que la estupidez en este caso se concreta en la devoción a la autoridad y el miedo de los ciudadanos a pensar de manera autónoma, esperando encontrar figuras mesiánicas que piensen por ellos.
“Este es el soporte de los gobiernos totalitarios tanto de izquierda como de derecha, ya que el hombre contemporáneo tiene miedo a la libertad y ama las cadenas, en una dependencia tal que ha propiciado la complicidad y el sometimiento ante personajes nefastos para historia como Adolfo Hitler y por parte de un pueblo tan ilustrado como el Alemán”, aseveró el ponente.
En cuanto a la religión, el investigador aclara que no es una manifestación de la estupidez profesar un credo; al contrario, además de ser un derecho individual, genera estabilidad, equilibro y cohesión de grupo.
La estupidez, en este contexto, se expresa en casos extremos de líderes religiosos que conducen a sus prosélitos a cometer actos de una irracionalidad absurda, como el reciente caso del pastor peruano Ramón Castillo Gaete, de la secta Quilpué, que quemó a su bebé por considerarlo hijo del demonio, o la secta liderada por Jim Jones que en 1978 llevó cerca de 900 personas a Guyana donde se suicidaron en espera de una prometida gracia eterna.
Acerca de las nuevas sensibilidades, Arbeláez Pareja aborda las temáticas que conforman la llamada Nueva Era, donde libros y videos de superación personal afirman que cualquier suceso —independientemente de la edad de una persona— subyace a la responsabilidad individual, porque se atrajo mediante el pensamiento, e igualmente que las inequidades del mundo son proyección del pensamiento.
Finalmente, siguiendo la ley que afirma que la estupidez no guarda relación con la educación o el nivel sociocultural, el coordinador del Piple mencionó que incluso en la academia donde las personas tienen alto coeficiente intelectual es posible encontrar esta característica en términos de la ausencia de debates y discusiones sobre sus producciones, y la crítica es tomada como ataques de orden personal.
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