29 de septiembre del 2019
CONSEJO DIVINO.
LA PROFECÍA DE JEREMÍAS
CAPITULO XXXVI
DEL LIBRO DE DIOS "LA PROFECÍA DE JEREMÍAS CAP. XXXVI– 36"
Jeremías hace
leer a todo el pueblo por medio de Baruch el volumen de sus profecías, o
amenazas de Dios; pero el rey Joakim quema el libro, y da orden de prender a
Jeremías y a Baruch: El Señor los salva, y manda a Jeremías que dicte otro
Volumen a Baruch, e intime a Joakim su ruina y la de Jerusalem.
Corriendo al año cuarto de Joakim, hijo de
Josías, rey de Judá, el Señor habla a Jeremias, y le dijo: Toma un cuaderno, y
escribirás en el todas la palabras que yo te he hablado contra Israél y contra
Judá, y contra todos los pueblos, desde el tiempo del reinado de Josías, en que
yo te hablé, hasta el día de hoy. Por si tal vez los hijos de la casa de Judá,
oyendo todos los males que yo pienso enviarles, se convierte cada uno de su pésimo
proceder, de suerte que pueda yo perdonarles sus males y pecados.
Llamo pues Jeremías a Baruch hijo de
Nerías, y dictándole Jeremias, escribió Baruch en aquel volumen todas las
palabras que el Señor le dijo: Y dióle Jeremías a Baruch esta orden, diciendo:
Yo estoy encerrado, y no puedo ir a la casa del Señor. Ve pues tú, y lee las
palabras del Señor que yo te he dictado, y tú has escrito en ese libro, de modo
que las oiga el pueblo, en la casa del Señor, el día del ayuno; y asimismo las leerás
de manera que las oigan todos los de Judá que vienen de sus ciudades. Por tal
vez se humillan orando en el acatamiento del Señor, y se convierte cada uno de
su perverso proceder. Porque es muy grande el furor y la indignación que ha
manifestado el Señor contra este pueblo. Ejecutó Baruch hijo de Nerías
puntualmente todo cuanto le ordenó Jeremías Profeta, y puesto en el Casa del
Señor leyó en el libro las palabras del Señor.
Pues es de saber que el año quinto del reinado
de Joakim, hijo de Josías, rey de Judá, en el nono mes fue intimado un ayuno en
la presencia del Señor a todo el pueblo de Jerusalem, y a todo el gentío que había
concurrido a Jerusalem de las ciudades de Judá. Y entonces leyó Baruch por el
libro las palabra de Jeremías en la casa del Señor, desde el gazophylacio, que
está a cargo de Gamarias hijo de
Saphan, doctor de la ley, sobre el atrio de arriba, a la entrada de la puerta nueva del templo del Señor, oyéndolo todo el pueblo.
Saphan, doctor de la ley, sobre el atrio de arriba, a la entrada de la puerta nueva del templo del Señor, oyéndolo todo el pueblo.
Y Micheas, hijo de Gamarias, hijo de
Saphan, oído que hubo todas las palabras del Señor, leidas en el dicho libro.
Pasó al palacio del rey, al despacho del secretario, donde se hallaban sentados
todos los príncipes magnates, a saber. Elisama, secretario, y Dalaias hijo de
Semeias, y Elnathán hijo de Hananias, y en suma todos los príncipes o jefes. Y
les refirió a Micheas todo aquello que había oído leer a Baruch en el libro, y
que había escuchado el pueblo. Con esto todos aquellos señores enviaron a decir
a Baruch, por medio de Judí hijo de Nathanias, hijo de Selemias, hijo de Chusi:
toma en tu mano ese libro que tú has leído delante del pueblo, y vente acá. Tomó
pues Baruch, hijo de Nerías, en su mano el libro, y fue a donde ellos estaban. Los
cuales le dijeron: Siéntate y léenoss esas cosas para que las oigamos. Y leyólas
Baruch en su presencia. Así que oyeron todas aquellas palabras, quedaron atónitos,
mirándose unos a otros; y dijeron a Barch: Es preciso que demos parte al rey de
todo esto. Y le interrogaron, diciendo: Cuéntanos cómo recogiste tú de su boca
todas estas cosas. Y respondióles Baruch: Dictábame él todas estas palabras,
como si fuera leyéndolas en mi libro; y yo las iba escribiendo con tinta en
este volumen. Entonces los príncipes dijeron a Baruch: Ve y escóndete tú y
Jeremías, y nadie sepa en donde estáis.
Y ellos fueron a encontrar al rey en el
atrio: pero el libro le depositaron en el gazophylacio o aposento de Elisama,
secretario o canciller, y dieron parte al rey en su audiencia de todo lo
ocurrido. Envió luego el rey a Judí para que trajese aquel libro; el cual
sacándolo del gazophylacio o gabinete del secretario Elisama, le leyó a
presencia del rey y de todos los príncipes que estaban alrededor del rey. Estaba
el rey en la habitación de invierno, siendo el nono mes o el noviembre; y había
delante de él un brasero lleno de ascuas muy encendidas. Y así que Judí hubo leído
con el cortaplumas del secretario, y arrojóle en el fuego del brasero, en el cual
le hizo consumir todo. Y así ni el rey, ni ninguno de sus cortesanos que oyeron
todas estas palabras o amenazas, no temieron por esto, ni rasgaron sus vestidos
en señal de dolor. Si bien Elnathán, y Dalaias, y Gamarias, no aprobaron la
voluntad del rey en quemar el libro: más el rey no hizo caso de ellos. Antes
bien mandó a Jeremiel hijo de Amelech, y a Saraias hijo de Ezriel, y a Selemias
hijo de Abdeel, que prendiesen a Baruch, el amanuense o secretario, y al
profeta Jeremías: pero el Señor los ocultó.
Después que el rey quemó el libro, las
palabras de que dictando Jeremías había escrito Baruch, habló el Señor a
Jeremías, Profeta, diciéndole: toma de nuevo otro cuaderno, y escribe en él
todas las palabras que había ya en el primer volumen, quemado o Joakim, rey de
Judá.
Y le dirás a Joaquim rey de Judá: esto dice
el Señor: Tú has quemado aquel cuaderno, diciendo a Jeremías: ¿Por qué has
puesto tú por escrito en él ese vaticinio, amenazando con decir que vendrá con
presteza el rey de Babylonia, y asolará esta tierra sin dejar en ella hombre ni
bestia? Por tanto, esto dice el Señor contra Joaquim, rey de Judá: No se verá ningún
descendiente suyo que se siente en el solio de David, y su cadáver será
arrojado, ye expuesto al calor del día, y al hielo de la noche. Y vendré a tomar
residencia de sus maldades, y de las de su linaje, y de las de sus servidores;
y descargaré sobre ellos, y sobre los habitantes de Jerusalem, y sobre el pueblo
de Judá todos los males que les tengo anunciados, ya que no han querido escucharme.
Tomó, pues, Jeremías otro cuaderno, y
dióselo a Baruch, hijo de Nerías, su secretario; el cual, dictándole Jeremías,
escribió en él todas las palabras del libro quemado por Joakim, rey de Judá; y
aun fueron añadidas muchas más cosas sobre las que antes había.
El señor vuelve con su palabra que tiene poder e infinita
sabiduría. Leed tranquila y concienzudamente y hallaras en cada frase, en cada
palabra una enseñanza del libro del Señor. Medítalas y aplícalas en
tu vida, en tu familia y sobre todo, compártelas con tus estudiantes. Cada
día el Señor te da una enseñanza y una palabra para reflexionar. El camino de
la perfección requiere de mejor y mayor esfuerzo. Y tú estás en ese CAMINO. ¿Por qué Quieres huir de la
perfección que Dios te ofrece?
FELIZ
SEMANA
JJ = J2E
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