La escuela no está preparando
a los ciudadanos de hoy
Por Fernando Díaz Del Castillo H.
La falta de tecnología, apropiación y contenidos en la educación ha dejado
rezagada la tan necesitada transformación de la educación.
Esta historia ya es un chiste común en círculos de educadores tecnófilos: un habitante del siglo XIX viaja a nuestros días y encuentra un mundo sorprendente. Se siente desubicado y abrumado por las diferencias. Sin embargo, visita una escuela y ve estudiantes sentados en pupitres, en filas, con libros de texto, cuadernos, lápices y cartillas. Ahora se siente en casa.
Esta historia, que parece exageración, dista mucho de serlo. La escuela contemporánea no se ha alejado mucho de la que se diseñó para preparar operarios de líneas de producción. Pero ahora, el empleado que apenas lee, escribe y domina operaciones matemáticas básicas está siendo reemplazado por máquinas que lo hacen mejor.
Nuestra sociedad requiere ciudadanos éticos, capaces de pensar independientemente, trabajar en equipo, ser creativos y aprender continuamente, todo con el apoyo de tecnologías de punta. Me temo que la escuela de hoy no está preparada para formar a los ciudadanos del siglo XXI.
Las tecnologías de información y comunicaciones, especialmente los computadores e internet, tienen el potencial para transformar profundamente la educación. Para lograrlo es necesario avanzar en tres áreas: 1) acceso a computadores y redes de alta velocidad en el colegio y en los hogares de maestros y niños; 2) capacitación sobre tecnología y con tecnología; y 3) acceso a contenidos de alta calidad que pongan en práctica nuevos modelos de aprendizaje en lugar de replicar, ahora en la nube, los esquemas del siglo XIX.
El acceso a computadores e Internet en los colegios colombianos ha mejorado en la última década, pero aún es insuficiente. El computador debe convertirse, como lo es fuera de la escuela, en una herramienta del día a día, tan común como el cuaderno y el lápiz.
Sería inconcebible que tuviéramos un cuaderno para cada quince estudiantes o que para usarlos tuvieran que ir al laboratorio de escritura donde permanecen guardados. ¿Por qué no nos indigna que sea así con los computadores, cuando en un trabajo nuevo, un empleado recibe una dirección de correo electrónico y un computador el primer día? ¿Por qué no es así para un maestro o un estudiante?
Un computador portátil, con acceso a Internet de alta velocidad, es un recurso indispensable para cada maestro y estudiante del país.
Sin embargo, la infraestructura es solo un tercio de la ecuación. Según investigaciones lideradas por Alberto Chong en el Banco Interamericano de Desarrollo, es necesario invertir aproximadamente la misma cantidad de dinero en capacitación y en contenidos que en aparatos. De lo contrario, será imposible que los computadores tengan impacto en el aula y la calidad del aprendizaje.
Es necesario que el computador se convierta en un elemento del día a día de la vida escolar, tan común como una cartilla. La formación debe ir acompañada de la introducción de sistemas de gestión y comunicación que medien en la vida diaria de todos los maestros, estudiantes y familias. Los horarios, planeación de clases, informes, administración, comunicación y gestión escolar deben hacer de la tecnología una herramienta indispensable.
Además, nuestros profesores deben convertirse en expertos aprendices de la era digital, tomando cursos en línea, aprendiendo unos de otros en redes profesionales y viviendo en carne propia las nuevas posibilidades de la tecnología que esperamos que lleven a sus aulas. De esta manera podremos comenzar a crear una renovada cultura institucional. Solo cuando un profesor no logre imaginar su día laboral sin computador, éste llegará a la vida diaria del aula y a transformar el aprendizaje.
El software creado especialmente para apoyar procesos educativos, junto con el acceso a contenidos de alta calidad, es la tercera variable de la ecuación para lograr que la tecnología nos ayude a traer la escuela al siglo XXI. Una de las grandes revoluciones en el mundo digital ha sido el uso intensivo de datos para tomar decisiones.
Nadie entiende esto mejor que un profesor, conocedor del valor de la retroalimentación y la evaluación. El uso de computadores le permite a los maestros un seguimiento muy personalizado del trabajo de los estudiantes, haciendo visible el pensamiento de los niños y ayudando a identificar áreas de dificultad o que requieren refuerzo, al tiempo que hace posible el sueño de la personalización.
Trabajando en estos tres frentes, infraestructura, apropiación y contenidos de calidad, podremos aprovechar la tecnología para transformar la educación. De otra manera, seguiremos llenando los colegios de aparatos vistosos con poco impacto en el aprendizaje de los niños, mientras los preparamos para triunfar en el siglo pasado.
Esta historia, que parece exageración, dista mucho de serlo. La escuela contemporánea no se ha alejado mucho de la que se diseñó para preparar operarios de líneas de producción. Pero ahora, el empleado que apenas lee, escribe y domina operaciones matemáticas básicas está siendo reemplazado por máquinas que lo hacen mejor.
Nuestra sociedad requiere ciudadanos éticos, capaces de pensar independientemente, trabajar en equipo, ser creativos y aprender continuamente, todo con el apoyo de tecnologías de punta. Me temo que la escuela de hoy no está preparada para formar a los ciudadanos del siglo XXI.
Las tecnologías de información y comunicaciones, especialmente los computadores e internet, tienen el potencial para transformar profundamente la educación. Para lograrlo es necesario avanzar en tres áreas: 1) acceso a computadores y redes de alta velocidad en el colegio y en los hogares de maestros y niños; 2) capacitación sobre tecnología y con tecnología; y 3) acceso a contenidos de alta calidad que pongan en práctica nuevos modelos de aprendizaje en lugar de replicar, ahora en la nube, los esquemas del siglo XIX.
El acceso a computadores e Internet en los colegios colombianos ha mejorado en la última década, pero aún es insuficiente. El computador debe convertirse, como lo es fuera de la escuela, en una herramienta del día a día, tan común como el cuaderno y el lápiz.
Sería inconcebible que tuviéramos un cuaderno para cada quince estudiantes o que para usarlos tuvieran que ir al laboratorio de escritura donde permanecen guardados. ¿Por qué no nos indigna que sea así con los computadores, cuando en un trabajo nuevo, un empleado recibe una dirección de correo electrónico y un computador el primer día? ¿Por qué no es así para un maestro o un estudiante?
Un computador portátil, con acceso a Internet de alta velocidad, es un recurso indispensable para cada maestro y estudiante del país.
Sin embargo, la infraestructura es solo un tercio de la ecuación. Según investigaciones lideradas por Alberto Chong en el Banco Interamericano de Desarrollo, es necesario invertir aproximadamente la misma cantidad de dinero en capacitación y en contenidos que en aparatos. De lo contrario, será imposible que los computadores tengan impacto en el aula y la calidad del aprendizaje.
Es necesario que el computador se convierta en un elemento del día a día de la vida escolar, tan común como una cartilla. La formación debe ir acompañada de la introducción de sistemas de gestión y comunicación que medien en la vida diaria de todos los maestros, estudiantes y familias. Los horarios, planeación de clases, informes, administración, comunicación y gestión escolar deben hacer de la tecnología una herramienta indispensable.
Además, nuestros profesores deben convertirse en expertos aprendices de la era digital, tomando cursos en línea, aprendiendo unos de otros en redes profesionales y viviendo en carne propia las nuevas posibilidades de la tecnología que esperamos que lleven a sus aulas. De esta manera podremos comenzar a crear una renovada cultura institucional. Solo cuando un profesor no logre imaginar su día laboral sin computador, éste llegará a la vida diaria del aula y a transformar el aprendizaje.
El software creado especialmente para apoyar procesos educativos, junto con el acceso a contenidos de alta calidad, es la tercera variable de la ecuación para lograr que la tecnología nos ayude a traer la escuela al siglo XXI. Una de las grandes revoluciones en el mundo digital ha sido el uso intensivo de datos para tomar decisiones.
Nadie entiende esto mejor que un profesor, conocedor del valor de la retroalimentación y la evaluación. El uso de computadores le permite a los maestros un seguimiento muy personalizado del trabajo de los estudiantes, haciendo visible el pensamiento de los niños y ayudando a identificar áreas de dificultad o que requieren refuerzo, al tiempo que hace posible el sueño de la personalización.
Trabajando en estos tres frentes, infraestructura, apropiación y contenidos de calidad, podremos aprovechar la tecnología para transformar la educación. De otra manera, seguiremos llenando los colegios de aparatos vistosos con poco impacto en el aprendizaje de los niños, mientras los preparamos para triunfar en el siglo pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario