PRÓLOGO
Ramón Flecha
Universitat
de Barcelona
Todas las personas que queremos contribuir a superar
las desigualdades educativas y sociales necesitamos leer, debatir y reflexionar
este libro. Las comunidades de aprendizaje las construyen en cada barrio y
pueblo el alumnado, profesorado, otras y otros profesionales, familiares,
voluntariado y tejido asociativo. En el País Vasco, donde más se han
desarrollado hasta ahora, hay un equipo que ha elaborado un excelente libro
sobre su experiencia que está a punto de ser publicado por el propio gobierno vasco
(Jaussi, en proceso). El también excelente texto que tienes ahora en las manos contiene
las bases pedagógicas, psicológicas, sociológicas y didácticas que sirven para
realizar transformaciones de escuelas e institutos en comunidades de
aprendizaje, pero también para orientar innovaciones igualitarias en el aula o
centro y para fundamentar políticas educativas globales que mejoren el
aprendizaje instrumental y la convivencia.
Mientras estaba escribiendo este prólogo participé
en la inauguración del curso escolar de Terrassa (Barcelona). La afluencia de
profesorado fue muy amplia gracias a la ilusión de las dos escuelas que ya han
iniciado la transformación en esa ciudad. Mientras hablaba me iba animando con
lo que, desde el público, se iba transmitiendo. En silencio, sus rostros y sus
miradas me comunicaban el entusiasmo que sentían por estar viviendo en sus
propios centros todo aquello que iba explicando. Aunque cuando empezaron sus
intervenciones sentí que ya no hacía falta decir nada más. Todas las personas
allí presentes quisimos saber qué se estaba haciendo en esas dos escuelas que
empezaban una nueva forma de educar.
La directora de una de las escuelas explicaba la
visita de compañeras de otro centro del País Vasco que, como el suyo, estaban
realizando la transformación. Con sus palabras nos transmitía ese compartir que
genera encanto, que hace revivir antiguas ilusiones y crea nuevos sueños. El
director de la otra escuela comentaba el cambio que en pocos meses había vivido
con los familiares, la mayoría de etnia gitana, quienes estaban ya participando
en un curso de formación de informática en el propio centro. Otro profesor
quiso expresar su sorpresa al empezar a trabajar con prácticas educativas
igualitarias, como los grupos interactivos, después de haber pasado por las
adaptaciones curriculares de cuatro centros: «ni en mi expectativa más optimista
hubiera podido imaginar que las niñas y niños de mi clase pudieran avanzar tanto,
trabajar de ese modo y entusiasmarse tanto por los aprendizajes que están realizando».
Ésta es la forma en que deberíamos vivir la educación en todos los centros educativos,
sin rebajar expectativas, sin desencanto, sino buscando formas de asegurar que
ningún niño o niña se quede atrás.
Desde mediados de los ochenta algunas personas,
entre ellas las autoras de este libro, empezamos a investigar proyectos y
prácticas educativas que tuvieran éxito en la superación del fracaso escolar y
los problemas de convivencia. En aquel entonces había ya muchas experiencias en
el mundo que estaban haciendo proyectos como el de comunidades de aprendizaje,
mientras otras prácticas y orientaciones educativas estaban generando que un
número cada vez mayor de niños y niñas que daran excluidos de la sociedad de la
información y sembrando un halo de fatalismo y desencanto en el mundo de la
educación. Ya en el congreso de 1994 sobre nuevas perspectivas críticas en
educación empezamos a dar un giro a los discursos que niegan la posibilidad de
cambio, junto a intelectuales como Paulo Freiré y jóvenes educadores y
educadoras de todo el estado que defendían que la transformación social no era
sólo un tema de los nostálgicos del 68 sino algo por lo que luchábamos todas y
todos desde cada escuela y cada barrio, así como el debate central en las
ciencias sociales a nivel internacional.
Antes de proponer actuaciones educativas debemos
saber dónde se van a llevar a cabo y qué efectos van a producir en los niños y niñas
y sus familiares. No podemos basar las reformas educativas en experimentos que
parten sólo de ideas innovadoras, sin fundamentos científicos que aseguren el
aprendizaje de todos y todas y la superación del fracaso escolar. Es preciso
partir de experiencias educativas que han demostrado resultados de éxito en
este sentido y que por tanto aseguren una educación de calidad para todas las
personas. Las propuestas y conceptualizaciones que aparecen en este libro se
basan en estas prácticas exitosas y evitan, a toda costa, aquellas que parten
de la superstición.
La perspectiva interdisciplinar que ofrecen las autoras
y el autor de este volumen permite un análisis y una teorización más profundos
del proceso de cambio educativo que suponen las comunidades de aprendizaje,
aportando una visión amplia en todos sus componentes pedagógicos, didácticos,
psicológicos y sociales. Se demuestra, desde la teoría y la práctica, que el
aprendizaje dialógico de los niños, las niñas y los y las adolescentes no
depende sólo de lo que ocurra dentro de las aulas, sino de la coordinación de
todos aquellos espacios en los que realizan aprendizajes.
Este libro nos aporta los fundamentos teóricos de
una educación de calidad para todos y todas, y lo hace partiendo de las
aportaciones más recientes a la comunidad científica, desde las diferentes
disciplinas, y desde las experiencias educativas de éxito y transformación que
se están viviendo día a día en cada comunidad de aprendizaje.
Familiares, niños, niñas, adolescentes,
profesorado, voluntariado, otros profesionales y miembros de la comunidad son
quienes protagonizan este proceso de transformación. Así, los ejemplos que se
van presentando a lo largo del libro nos reafirman la necesidad que tiene la
educación de modelos teóricos que vuelvan a generar encanto entre todos los
agentes educativos, y que demuestren que la vía de la igualdad es la que
posibilita que todas las personas aprendan más y se desenvuelvan de forma más
solidaria en la sociedad actual.
Las comunidades de aprendizaje son una apuesta por
un modelo educativo que pertenece a la sociedad de la información y que, además,
es superador de las desigualdades educativas, sociales y económicas que en ésta
se generan. La sociedad industrial ha quedado atrás y es absurdo pretender
mantener formas y prácticas educativas que pertenecen a una sociedad ya caduca
porque son, evidentemente, formas y prácticas educativas también caducas. Mientras
otros ámbitos como la empresa o la sanidad se van transformando acorde con los
cambios sociales, nos percatamos de que las aulas y los centros no han cambiado
demasiado. Se necesita la transformación de los centros educativos para lograr
que todas las chicas y chicos obtengan las capacidades que requieren para no
sufrir la exclusión en la sociedad de la información.
Teniendo en cuenta el momento actual que están
viviendo muchos centros educativos y la realidad de las comunidades de aprendizaje
en concreto, la publicación de este libro no sólo es adecuada sino necesaria.
Las tres partes de que contamos aportan una visión general del proyecto y una
profunda reflexión sobre esta experiencia y la sociedad en la que se inscribe,
buscando puntos de conexión con la práctica diaria que estos centros están
viviendo. En estos momentos ya hay un número creciente de centros educativos
que a través de comunidades de aprendizaje apuestan por la transformación, y
son ellas mismas, el compromiso de su profesorado, el éxito de su alumnado, y
la creación de sentido de sus familiares y de toda la comunidad educativa
quienes van extendiendo su aguijón utópico y esta nueva forma de hacer
educación.
Invitamos a los docentes para que descarguen y lean
el libro.
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