lunes, 10 de julio de 2017


FORMACIÓN PEDAGÓGICA DIALÓGICA

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FORMACIÓN PEDAGÓGICA DIALÓGICA


Hola, bienvenido al módulo de Formación Pedagógica Dialógica. Como ustedes tendrán la oportunidad de ver a lo largo de este módulo, la Formación Pedagógica Dialógica es un proceso profundo, ético de desarrollo profesional a través del cual pasan los educadores que forman parte del proceso de transformación de sus escuelas en Comunidades de Aprendizaje.

Para comenzar vamos a reflexionar sobre la formación de los profesores. Muchos estudios ya muestran el creciente número de ofertas de formación continua de capacitación para profesores y profesionales de la educación en general.

Considerar la diversidad en el aula, respetando y trabajando desde las diferencias, no deja de ser un desafío para el profesor que, muy probablemente, no tiene en su vida académica oportunidad para vivir y reflexionar sobre estas cuestiones, ya sea como estudiante de educación básica, o como estudiante en la educación superior.

Muchas veces esta condición es preocupante, y es precisamente en este contexto que la formación continua está ganando espacio. Es decir, que son formaciones que pretenden decir a los profesores lo que deben hacer, a través de fórmulas mágicas, para resolver problemas en el aula.
Muchas veces la formación de profesores, llamada también educación de formación continua o formación en servicio, son justificadas por la falta de conocimiento que los profesores demuestran. ¿Pero es que precisamente por esta razón que justifica la importancia de la formación del profesorado?

¿Ofrecer una formación que tenga en cuenta los conocimientos y habilidades a nuestros profesores para que puedan aprender y enseñar cada vez mejor no sería también una justificación importante?

Vea que dice Denise Trent Rebello de Souza (profesora de la Facultad de Educación de la USP, Doctor en Educación, por el Instituto de Educación, Universidad de Londres) de esta oferta en su investigación titulada: Formación continua de los profesores y el fracaso escolar: problematizar o argumento de incompetencia.
Seleccionamos algunos extractos para usted:
Desde hace algunos años se observa en el escenario educativo, la tendencia creciente a ofrecer cursos de educación continua para los profesores. Esa tendencia puede ser observada en el establecimiento de diversos convenios entre secretarias municipales y estatales de Educación y las universidades, públicas y privadas, con el fin de llevar a cabo programas de formación de profesores en formato de cursos (con duración variada), seminarios, encuentros, conferencias y similares. Además de los convenios, las propias secretarias, por medio de sus órganos centrales e intermediarios también han asumido la tarea de capacitar´, ‘reciclar', 'mejorar la competencia' del personal de la escuela, sean los profesores, directores, coordinadores o supervisores. (P. 483)
(...)
Identificamos, en ese sentido, la presencia de un argumento que viene siendo utilizado para sustentar la creciente importancia atribuida a la formación continuada de los profesores dentro de un proyecto de mejora de la calidad escolar. Tratase del argumento de la incompetencia, cuya convicción afirma que la principal causa de la baja calidad del sistema educativo es precisamente la incompetencia de los profesores. En función a su malformación inicial, los profesores no sabrían cómo hacer frente a la diversidad de estudiantes presentes en la escuela hoy, especialmente los de camadas populares. En consecuencia, siguiendo esta línea de razonamiento, la única o la principal acción que deben realizarse para mejorar la calidad del sistema educativo, seria mejorar la competencia de los profesores. (P. 484)
(...)
La preocupación por la competencia (o incompetencia) de los profesores no es reciente. Sin embargo, el uso del concepto de competencia, en particular 'competencia técnica', recibió un nuevo impulso a partir de la publicación, en 1982 del trabajo “Magisterio de Grado 1: competencia técnica para el compromiso político" autoría de Guiomar Namo de Mello. El análisis desarrollado, suscitó un intenso debate en los círculos académicos envolviendo dos conceptos relacionados con el oficio del profesor y la manera por la cual ese grupo era (y hasta cierto punto sigue siendo) visto por el mundo académico, los medios de comunicación y por sí mismo: competencia técnica y compromiso político. Su trabajo inspiró la realización de otros, en su conjunto, aunque involuntariamente, contribuyó a construir una visión esencialmente negativa de los profesores. Más que negativa, una visión homogénea sobre el profesor y su práctica docente, considera técnicamente incompetente y políticamente sin compromisos. Es la fase pico del discurso de la incompetencia técnica del profesor y la idea simplista, llevada adelante en los años siguientes, por el discurso académico hegemónico y las políticas educativas, que "si tenemos una escuela de baja calidad es porque los profesores son incompetentes"

Esta línea de argumentación apuntaba a la salida para superar el fracaso escolar y así mejorar la calidad de la escuela pública: ofrecer cursos de formación continua para los profesores con el fin de remediar sus deficiencias de formación inicial. Ya no serían más los niños y sus familias los culpables e incompetentes, pero sí los profesores. Haciendo una analogía, los cursos de educación continua adquieren un carácter compensatorio, a semejanza de los viejos programas de educación compensatoria dirigidos a los pre-escolares, en los años de 1970.

Entendemos que el concepto de competencia ha ganado popularidad, tanto en el ámbito académico y en todos los niveles del sistema escolar, a medida que las explicaciones del fracaso escolar de los niños de las clases populares comenzaran a cambiar de enfoque: los estudiantes y sus familias para la institución escolar. En otras palabras, como las explicaciones tradicionales basados en la Teoría de la Carencia Cultural comenzaran a ser criticadas, la escuela, el profesor y su práctica volvieron a entrar en la escena, ganando una mayor visibilidad, especialmente el profesor. En diversas ocasiones, análisis simplistas identificaron a los profesores como los responsables por los graves problemas observados en las escuelas. (P. 484 y 485)


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