LA
EVALUACIÓN
I I I PARTE Finalidades y alcances del Decreto 1290
2. 2 Propósitos de la
evaluación en el Decreto 1290
Los propósitos expuestos en el Decreto
1290 coinciden plenamente con la conceptualización expuesta anteriormente. Por
ello, en él se explicita claramente en el artículo tercero que la evaluación del aprendizaje de los
estudiantes debe: identificar las
características personales, intereses, ritmos de desarrollo y estilos de
aprendizaje para valorar sus avances;
proporcionar información básica para consolidar o reorientar los procesos educativos
relacionados con el desarrollo integral del estudiante; suministrar información
que permita implementar estrategias pedagógicas para apoyar a los que presenten
debilidades o desempeños superiores en su proceso formativo; aportar
información para el ajuste e implementación del plan de mejoramiento
institucional; y por supuesto, determinar la promoción al grado siguiente.
La evaluación formativa permite que los estudiantes pongan en
práctica sus conocimientos, defiendan sus ideas, expongan sus razones, saberes,
dudas, ignorancias e inseguridades con la intención de superarlas. El Decreto 1290 está enmarcado en las concepciones más modernas
de la evaluación y sustentado en una copiosa literatura publicada por expertos
como resultado de sus investigaciones educativas.
El Decreto 1290 está enmarcado en
las concepciones más modernas de la evaluación y sustentado en una copiosa
literatura publicada por expertos como resultado de sus investigaciones
educativas. Al expedir la mencionada reglamentación el Gobierno Nacional
ratifica su confianza plena en los educadores y educadoras del país y está
seguro que a partir de un trabajo juicioso y reflexivo como lo amerita el tema,
ellos imple-mentarán estrategias novedosas en el campo de la evaluación.
La actual norma es una clara invitación a los colectivos de
maestros y a las instituciones educativas de la nación, para que de manera
unida y mancomunada con todos los demás actores de la comunidad educativa
trabajen por lograr y consolidar mejores prácticas educativas, ambientes de
aprendizaje y de evaluación, para apoyar los aprendizajes de los estudiantes
colombianos.
En una de las primeras reuniones para
la construcción del sistema institucional de evaluación, dos docentes
expresaron posiciones conceptuales diferentes a la manera como debería
entenderse la evaluación en el decreto 1290, en los siguientes términos:
Profesor A:
El
decreto 1290 hacía falta, pues ahora si tenemos la oportunidad de construir un
sistema de evaluación que nos permita ser exigentes. Ahora si se acabó la
vagancia y la pereza. Ahora si vamos a saber quién es quién. Si organizamos
bien la propuesta podremos determinar la promoción con una escala numérica alta
y quien repruebe dos asignaturas pierde el año.
Profesora B
No estoy de acuerdo con que iniciemos
por precisar los criterios de promoción de los estudiantes, especialmente si
pensamos que esa es la forma de mejorar la calidad de la educación. Recordemos
que la evaluación es una actividad ligada a todo el proceso educativo, y en ese
sentido, es necesario pensar en los fines de la educación y el enfoque
pedagógico que nos orienta. Solamente evaluando, no creo que cambiemos gran
cosa o la calidad de la educación del país.
Profesor A
Soy un profesor responsable, todos los
estudiantes reconocen que conmigo aprenden, preparo evaluaciones exigentes y mi
labor va hasta el momento en que las aplico. De allí en adelante, el trabajo es
de ellos. Cuando los estudiantes tienen malos resultados, les demuestro que es
por falta de estudio, porque no tienen buenas bases o son vagos. Es más, me
atrevería a decir que el secreto no está tanto en saber enseñar sino en ser
exigentes en la evaluación. Muchas veces me sorprendo al observar que algunos
colegas se complican con este tema.
Profesora B
Afirmar que tienen malas bases es
reconocer que no estamos haciendo bien las cosas pues nuestros estudiantes
vienen siendo formados por nosotros mismos, por tanto debemos asumir nuestra
responsabilidad. Tampoco es seguro que sólo se trata de exigir para obtener
buenos resultados, pues existe la posibilidad que no entiendan nuestras
explicaciones o nuestras formas de evaluar; tampoco debemos desconocer que
tienen ritmos de aprendizaje, motivaciones e intereses distintos.
Profesor A
Llevo varios años ejerciendo la profesión
y he asistido a numerosos discursos educativos y cambios en la legislación y lo
único que hacen es fomentar más la mediocridad. Es posible que estemos haciendo
las cosas mal, pero cada quien debe asumir la responsabilidad que le compete.
En mi caso, preparo bien las clases y la forma como evalúo trae como consecuencia
que adquieran disciplina y tenacidad para trabajar.
Profesora B
Estas razones me parecen insuficientes;
es importante pensar cuales son las necesidades de formación que tiene un estudiante
de hoy, porque sin darnos cuenta es posible que pasen los años y no nos
actualicemos. Enseñar no es transmitir conocimientos y evaluar no es controlar.
Trabajar hoy por competencias exige ser creativos en la construcción de
situaciones hipotéticas o reales en contextos diversos, para que los
estudiantes resuelvan problemas y movilicen conocimientos.
Profesor A
Insisto que debemos ser prácticos, en
el sistema institucional de evaluación lo más importante es definir la escala
de valoración y los criterios de promoción.
La
rectora decidió intervenir en la discusión y solicitó a los demás docentes
participar en ella analizando la realidad escolar a la luz de la Ley, el PEI y
los avances en pedagogía y didáctica para construir el sistema. La enseñanza y
la evaluación deben ser retadoras, provocadoras de conocimientos y no elementos
de exclusión. Los estudiantes van a los
establecimientos educativos a aprender, no a perder el año; por lo tanto los
profesores deben tener ese compromiso.
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