BIENVENIDO
EL AÑO ESCOLAR 2018
La escuela es la institución a la que le corresponde lograr
que cada estudiante asuma como propia la decisión de aprender.
Hace muchos años, mientras estudiaba Ciencias de la
Educación, me invitaron a trabajar como maestra en un colegio de la ciudad
donde entonces vivía. Me hice cargo en el mes de febrero de un grupo de segundo
grado de primaria con 54 alumnos. Con muchas ganas de ser maestra, pero sin
experiencia con niños entre 7 u 8 años de edad.
No narraré aquí todo lo que viví entre febrero y junio de
ese ciclo escolar, pero comparto que hacia el mes de mayo uno de mis alumnos me
dijo: “maestra, a usted apenas la estamos probando”. Me la pasé varios días
pensando en lo que mi alumno me había dicho, me preguntaba sobre cómo me verían
los niños, concluí que me veían como una maestra sin experiencia.
Al año siguiente volví a hacerme cargo de un grupo de
segundo grado, pero desde el inicio del ciclo escolar en el mes de septiembre.
Me preparé mucho al recuperar la experiencia de apenas un semestre. Estudiar la
composición del grupo. Averiguar cómo había sido el primer grado de primaria de
cada uno de mis nuevos alumnos, planificar al menos el primer mes y organizar
mi primera reunión con los padres y madres de familia. Quería conseguir que los
papás fueran mis aliados. Lo mejor era establecer con ellos un marco de
actuación con sus hijos y con ellos. Y así fue. En otras entregas tal vez
comparta más detalles de lo que fue esta experiencia personal y profesional de
ser maestra.
Hoy inicia un nuevo ciclo escolar para más de 20 millones de
niños, adolescentes y jóvenes que estudian la enseñanza obligatoria, desde el
preescolar y hasta el último grado de la educación media superior y para cerca
de millón y medio de docentes. El año 2018 abre nuevas expectativas, esperanzas
y aspiraciones para los estudiantes, sus maestros y maestras, sus familias y en
algún sentido para toda la ciudadanía.
Demos la bienvenida a este ciclo escolar. Imagino a los
docentes reunidos en Consejo Técnico haciendo los preparativos para iniciar,
preparando sus clases, organizando su salón, disponiendo los libros y
materiales para sus estudiantes; a los papás, mamás y familias organizando sus
tiempos y su economía; a los estudiantes contentos de regresar a la escuela y
ver a sus amigos y amigas. En las ciudades, reaviva la preocupación por el
tráfico.
Pensemos en los estudiantes. Los profesores, papás y mamás
habrán de averiguar cuáles son sus expectativas, necesidades, ilusiones o
cuáles son sus temores con el fin de poder apoyarles para que consigan el mayor
éxito en su desarrollo y aprendizaje.
Pensemos en los docentes y directivos escolares. Ellos y
ellas hacen su trabajo. Se basan en las certezas de que disponen: qué grado
escolar atenderán o qué materia, cuántos grupos y estudiantes tendrán a su
cargo, si tienen los libros y materiales para entregarlos, entre otras. Además,
también buscarán disipar y resolver sus desasosiegos a fin de iniciar el nuevo
ciclo escolar con una disposición renovada.
Concluyo con la convicción de que la escuela es una poderosa
institución a la que le corresponde lograr que cada estudiante asuma como
propia la decisión de aprender. Además, tiene el deber de ofrecer a los
estudiantes lo que sus familias no pueden darles. La educación escolar
representa el acceso formal, sistemático y organizado, a la cultura, a la
formación cívica y al conocimiento. La escuela es prácticamente el único
espacio cultural que pueden compartir todos los niños, adolescentes y jóvenes
como fundamento de una convivencia justa.
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