domingo, 21 de enero de 2018


21 DE ENERO DEL 2018
CONSEJO DIVINO.
LA  PROFECÍA DE ISAÍAS


CAPITULO XXXIII

DEL LIBRO DE DIOS "LA PROFECÍA DE ISAÍAS  CAP. XXXIII– 33"

Profetiza Isaías la ruina de los Assyrios, y el restablecimiento de Judá. Invectiva contra los hipócritas. Habla de la celestial Jerusalem, donde será alabado eternamente el Señor, nuestro Rey y Legislador.

¡Ay de ti Sennacherib que saqueas a las otras! Qué, ¿No serás tú también saqueado? Y tú que desprecias, ¿no serás también despreciado? Cuando acabarás el saqueo, serás tú saqueado: cuando ya cansado dejaras de menospreciar, serás tú el menospreciado.

Apiádate, Señor, de nosotros; pues siempre hemos esperado en ti: se nuestra fortaleza desde la mañana, y la salvación nuestra en el tiempo de la tribulación.

A la oz del Ángel huyeron los pueblos; y al alzar de tu brazo quedaron disipadas las naciones enemigas. Pueblos orgullosos, vuestros despojos serán recogidos, como se recogen las langostas cuando hay tanta abundancia que se llenan de ellas los fosos. Engrandecido ha sido el Señor, que habita en lo alto: ha colmado a Sion de rectitud y de justicia. Reina la fe en tus tiempos: oh príncipe, la sabiduría y la ciencia son tus riquezas saludables, y el temor del Señor tu verdadero tesoro.

Pero he aquí que desde afuera gritaran los que vean venir a los enemigos: lloraran amargamente los ángeles o embajadores encargados de la paz. Desiertos están los caminos, ni un pasajero se ve por las sendas: ha roto el enemigo la alianza, ha arruinado las ciudades, en nada estima a los hombres. En llanto esta todo el país, y en lo sumo del abatimiento: cubierto de oprobio y envilecido el Líbano: el Sarán convertido en un páramo: el Basan y el Carmelo talados.

Más ahora me levantaré yo, dice el Señor: ahora seré ensalzado, ahora seré glorificado. Naciones orgullosas, vosotras concebiréis fogosos designios contra mi pueblo; y el resultado será no más que paja: y quedaran estos pueblos como la ceniza después de un incendio, como haces de espinas serán pábulos de la llamas. Vosotros los que estáis lejos, escuchad las cosas que he hecho yo; y aprended a conocer mi poder los que estáis cerca.

Aterrados han sido en Sion los pecadores: el temblor se ha apoderado de los hipócritas. ¿Quién de vosotros podrá habitar en un fuego devorador? ¿Quién de vosotros podrá morar en los ardores sempiternos? Aquel que anda por las sendas de la justicia, y habla verdad, que aborrece las riquezas adquiridas con la calumnia o extorsión, y tiene limpia sus manos de todo cohecho: que tapa sus orejas para no prestar oído a los sanguinarios, y cierra sus ojos por no ver lo malo. Este es el que tendrá su morada en las alturas: vivirá seguro, como en una alta roca: tendrá pan en abundancia, y nunca le faltará el agua. Sus ojos verán al Rey de los cielos en su gloria; y la tierra la mirarán lejos de ellos.

Entonces tu corazón hará memoria de sus pasados temores. ¿Dónde está, dirá él, el letrero?¿dónde el orgulloso que pesaba las palabras de  la ley?¿Donde el maestro de niños? No verás ya, oh príncipe, un pueblo descarado, un pueblo de un hablar oscuro, cuya algarabía de lengua no puedas entender, el cual carece de toda sabiduría. Vuelve la vista a Sion, ciudad donde se celebran nuestras solemnidades: tus ojos verán a Jerusalem, mansión opulenta; un pabellón o tabernáculo que no podrá ser trasladado a otra parte, pues ni las estacas serán jamás arrancadas, ni se romperá ninguna de sus cuerdas. Porque allí solamente hace nuestro Señor alarde de su magnificencia. Aquel es lugar de ríos, de ríos anchísimos y caudalosos: no pasará por el barco de remo de ningún enemigo, ni menos le surcará galera grande de tres órdenes de remos. Pues el Señor es nuestro juez, el Señor nuestro legislador, el Señor nuestro Rey: él es el que nos ha de salvar.

Aflojáronse, oh nave orgullosa, tus cables, y ya no servirán: quedará tan mal parado tu mástil, que no podrás desplegar una bandera. Entonces se repetirán los despojos, y el gran botín que habías hecho: hasta los cojos se llevarán parte de él. Ni dirá el vecino: soy yo débil para llevarle: y el pueblo que morará allí recibirá el perdón de sus pecados.

El señor vuelve con su palabra que tiene poder e infinita sabiduría. Leed tranquila y concienzudamente y hallaras en cada frase, en cada palabra una enseñanza del libro del Señor. Medítalas y   aplícalas en tu vid a, en tu familia y sobre todo, compártelas con tus estudiantes. Cada día el Señor te da una enseñanza y una palabra para reflexionar. El camino de la perfección requiere de mejor y mayor esfuerzo. Y tú estás en ese CAMINO. ¿Por qué Quieres huir de la perfección que Dios te ofrece?

FELIZ SEMANA                                                                   

JJ = J2



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