Dejen de lado
los “chiquitazgos”y den el primer paso: Papa Francisco.
Desde el balcón del palacio cardenalicio y ovacionado por los
miles de jóvenes, inicio sus consejos: “vengo a aprender de ustedes, de su fe,
de su fortaleza ante la adversidad. Han vivido momentos difíciles y oscuros,
pero el Señor está cerca de ustedes, en el corazón de cada hijo e hija de este
país. Él no es selectivo, no excluye a nadie sino que abraza a todos; y todos
somos importantes y necesarios para Él. Durante estos días quisiera compartir
con ustedes la verdad más importante: que Dios los ama con amor de Padre y los
anima a seguir buscando y deseando la paz, aquella paz que es auténtica y
duradera”, inició el mensaje papal en medio de vivas, vítores, aplausos y
gritos de los jóvenes venidos de diversas partes del país, tal como él mismo
exaltó, aquí están cachacos, costeños, paisas, vallunos, llaneros”.
Pero quizás la invitación que más le llamó la atención a los
jóvenes presentes fue la de soñar en grande, “por favor no se metan en el
chiquitaje, no tengan vuelo rastrero, vuelen alto y sueñen en grande”. Dejen
de lado las pequeñeces.
“Mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del
corazón que ha encontrado al Señor. Nadie se la podrá quitar...No se la dejen
robar, cuiden esa alegría que todo lo unifica en el saberse amados por el
Señor”.
“Ustedes pueden enseñarnos que la cultura del encuentro no es
pensar, vivir, ni reaccionar todos del mismo modo; es saber que más allá de
nuestras diferencias somos todos parte de algo grande que nos une y nos
trasciende, somos parte de este maravilloso país”.
Resaltó la importancia del perdón que para Colombia es muy
importante, “también vuestra juventud los hace capaces de algo muy difícil en
la vida: perdonar. Perdonar a quienes nos han herido; es notable ver cómo no se
dejan enredar por historias viejas, cómo miran con extrañeza cuando los adultos
repetimos acontecimientos de división simplemente por estar atados a rencores.
Ustedes nos ayudan en este intento de dejar atrás lo que nos ofendió, de mirar
adelante sin el lastre del odio, porque nos hacen ver todo el mundo que hay por
delante, toda la Colombia que quiere crecer y seguir desarrollándose; esa
Colombia que nos necesita a todos y que los mayores le debemos a ustedes”.
Y antes de partir al encuentro con el Episcopado hizo una
petición, “los abrazo a todos y a cada uno, a los enfermos, a los pobres, a los
marginados, a los necesitados, a los ancianos, a los que están en sus casas… a
todos; todos están en mi corazón. Y ruego a Dios que los bendiga. Y, por favor,
no se olviden de rezar por mí”.
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