martes, 9 de abril de 2019

Los proyectos de aula y la renovación de las prácticas escolares: claves para la formulación de una pedagogía integral

Foto de EAFIT. Tomada de Flickr
El artículo presenta una perspectiva de los proyectos de aula como referentes de una pedagogía integral. La argumentación describe el aporte que hacen a la renovación pedagógica en aspectos como: la orientación transdisciplinar, la integración curricular, el trabajo colaborativo, la inclusión, el uso de las TIC, los vínculos con la investigación y la innovación, el impacto en la sistematicidad, el rigor y la evaluación. Se concluye con una reflexión que afirma la vigencia de los proyectos de aula y su impacto en la escuela contemporánea.

Palabras clave: Proyectos de aula, pedagogía integral, transdisciplinariedad, integración curricular, trabajo colaborativo.

Introducción
La formulación e implementación de los proyectos de aula constituye una práctica pedagógica con plena vigencia para la escuela de hoy. Trascendida la novedad y el impacto de la moda de los primeros años, los Proyectos de Aula hoy disfrutan del prestigio que da el hecho de ser una estrategia que ha probado su eficiencia y ha demostrado su valor como dispositivo pedagógico integral.

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En este artículo se intenta demostrar el importante impacto de los proyectos de aula en la constitución de una pedagogía integral. Se entiende aquí una pedagogía integral como una propuesta dirigida a incorporar las tendencias más actuales en el campo de la enseñanza y el aprendizaje en el aula, orientadas a la atención de los requerimientos más apremiantes que la sociedad y las políticas educativas hacen a la escuela de hoy.


Retrospectiva y actualidad de los proyectos de aula
Para encontrar los fundamentos de las propuestas más actuales de los proyectos de aula y de la pedagogía por proyectos, es necesario remontarse a las ideas pedagógicas que surgen a principios del siglo XX. En especial la contribución de autores como John Dewey y su Escuela Progresiva en la educación norteamericana de las primeras décadas de la centuria pasada. El aporte de esta propuesta consiste en convertir al estudiante en el centro de la actividad pedagógica, brindarle protagonismo a través del reconocimiento de su iniciativa, de la reivindicación de su experiencia y de la aplicación de sus propias elaboraciones a la realidad en la que se encuentra inmerso (Zapata, 1994).

El trabajo posterior de Kilpatrick, quien retoma a Dewey, es el que da estatuto de existencia a lo que se ha acostumbrado llamar “metodología por proyectos”. En esta idea se plasman algunos de los que se pueden identificar como principios esenciales de los proyectos de aula: planeación previa de las actividades, coherencia entre objetivos, plan de acción y evaluación, así como motivación intrínseca del proyecto (Rincón, 2012).

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Más recientemente, el aporte de autoras como Josette Jolibert, Delia Lerner, Ana Teberozky y otras, preocupadas por la necesidad de superar la tensión entre la tradición y la innovación en los procesos de enseñanza y aprendizaje de la lectura y la escritura, reactualiza la propuesta de los proyectos de aula. Esta nueva oleada se ocupa de incorporar elementos nuevos de la cotidianidad escolar y re-significar el protagonismo del estudiante en la construcción del proyecto.

Pero, ¿qué es un proyecto de aula?
En el interés de construir nociones operativas que puedan orientar la formulación y ejecución de los proyectos de aula, se intentará recuperar algunas definiciones de la pedagogía por proyectos. Por un lado, se puede concebir como una estrategia que pretende formar a partir de la eficiencia y eficacia de la construcción del conocimiento en un ambiente que vivencie valores democráticos, a través de un trabajo cooperativo, de co-elaboración del plan, de co-realización, de co-teorización, que debe involucrar a todos los actores: maestros-alumnos (Jolibert, 1994).


Puede entenderse también como una estrategia pedagógica que consiste en generar un tema o problema que será abordado por los estudiantes de un curso, a través de un proyecto que involucra todos los componentes del currículo. Los proyectos de aula tienen como contexto conceptos como las pedagogías activas, están orientados hacia la investigación en el aula e implican la participación de la comunidad del aula en la construcción de preguntas y respuestas, que surgen del entorno y la cultura que los rodean (Gutiérrez y Zapata, 2011).

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La utilización de los proyectos de aula como dispositivo o estrategia pedagógica, requiere de la puesta en marcha de un proceso que se compone de varias fases o momentos. Idealmente, todas las fases del proceso demandan la participación y contribución del grupo, y solo la eventual división del trabajo para la ejecución diferenciará los aportes de los integrantes del equipo. Gutiérrez y Zapata (2011) distinguen ocho fases o momentos de la formulación e implementación de los proyectos de aula:

  1. La elección del tema. Basada en la exploración de los intereses, necesidades y motivaciones de los estudiantes.

  1. Planeación. Es un momento crítico del proceso que impulsa a abordar preguntas esenciales sobre el proyecto: el qué, cómo, cuándo, dónde, por qué, para qué, quiénes, con qué.

  1. Diagnóstico. Demanda la exploración de saberes previos de los estudiantes, también la identificación de sus intereses y habilidades, así como de las facilidades y dificultades del proceso.

  1. Problematización. A partir de la mirada previa, del diagnóstico y del reconocimiento del contexto, se formula el problema o pregunta a resolver. Este componente facilita la conversión del proyecto de aula en proyecto de investigación o innovación.

  1. Diseño. Implica la organización del proceso en términos del formato de proyecto. Esto conduce a desarrollar habilidades en la formulación de objetivos, elección de estrategias e instrumentos, realización de cronogramas de actividades, identificación de recursos requeridos, etc.

  1. Ejecución. Puesta en marcha de la planeación y proyección. El proceso debe ser sistemático, pero flexible. La ejecución debe estar mediada por procesos de diálogo, retroalimentación permanente, espacios específicos para el reconocimiento de los nuevos aprendizajes y la reflexión sobre los logros y dificultades.

  1. Evaluación. Este proceso debe ser permanente y acompañar cada una de las fases del proyecto. Implica dos dimensiones: en primera instancia, una mirada sobre el proyecto, sus avances, dinámica y logros. En segundo plano, debe orientarse hacia los aprendizajes, los conocimientos adquiridos, las destrezas que se han desplegado y los nuevos requerimientos.

  1. Sistematización. Reflexión y escritura sobre la experiencia. Divulgación de productos del proyecto y visibilización de logros.

A partir de estas definiciones y de la descripción del proceso, es posible rastrear un conjunto de aportes significativos de los proyectos de aula en la construcción de una pedagogía integral. Estos aportes, que serán apenas insinuados en el presente artículo pero que constituyen un programa para desarrollos teórico-conceptuales más amplios, vinculan la formulación e implementación de los proyectos del aula con necesidades, exigencias, realidades y propósitos que enfrenta la escuela contemporánea en contextos como el nuestro.

  • Orientación al emprendimiento. Los proyectos de aula parten de una iniciativa de los estudiantes como parte activa de una comunidad. Implican la formulación y proyección de la iniciativa, de modo que movilizan a los estudiantes alrededor de su propósito. Esto hace del proyecto de aula una empresa y, de su desarrollo, una meta de emprendimiento, lo que lo convierte en un poderoso motor de los valores asociados al emprendimiento y de las habilidades individuales y sociales que se requieren para este tipo de situaciones: solución de conflictos, toma de decisiones, reconocimiento del punto de vista del otro, etc.

  • Factores motivacionales. Uno de los aspectos más problemáticos que enfrentan los contextos escolares hoy, es la ausencia de motivación e interés de los estudiantes hacia los procesos de construcción del conocimiento. En la esencia de los proyectos de aula está el hecho de que se constituyen a partir de los intereses y necesidades de los estudiantes, ya sea vinculando la observación del contexto, la identificación de situaciones problemáticas en su entorno o centrando su atención en temas, ambientes o situaciones de actualidad. Esto impacta significativamente en la motivación de la comunidad, el compromiso y empoderamiento de los estudiantes, en el esfuerzo adicional que le consagran a las tareas. Todos estos factores incidirán también, como es de esperar, en la eficiencia de los equipos de trabajo y en su productividad.

  • Integración curricular. Los proyectos de aula ofrecen la oportunidad de que el docente incorpore dentro de la lógica del proyecto desarrollos temáticos, metodológicos y de competencias que involucren a diferentes áreas curriculares. Esto genera un equilibrio importante entre tiempos, esfuerzos y logros curriculares esperados, a la vez que replantea de hecho el asunto de la flexibilidad del currículo como una necesidad de los procesos escolares actuales. Cada proyecto de aula puede presentar limitaciones de muy variados tipos frente a este logro, y un reto para el maestro será el de orientar el proyecto de modo tal que no genere desequilibrios extremos en términos del énfasis curricular, sin desnaturalizar y encasillar el trabajo de los estudiantes.

  • Orientación transdisiciplinar. Una de las bondades más interesantes de los proyectos de aula ha sido la de facilitar la comprensión de las intervenciones transdisciplinares. El proyecto de aula puede suscitar la necesidad de crear objetos de conocimiento que deban agotarse en su estudio desde miradas que permean y desarticulan los rígidos y arbitrarios límites de las disciplinas. Esto implica la necesidad de abandonar la mirada tradicional, según la cual ciertos campos de conocimiento u objetos de estudio le pertenecen a alguna disciplina en particular, con el propósito de incorporar una mirada y una intervención que privilegien perspectivas transdisciplinares. Como consecuencia, la realidad puede abordarse sin el excesivo sesgo que con frecuencia aporta la especialización de las disciplinas cuando a la construcción del conocimiento se refiere.

  • Trabajo colaborativo. Este sigue siendo sin duda uno de los aportes más fuertes del proyecto de aula como estrategia pedagógica. El desarrollo de habilidades para el trabajo en grupo, la instauración de una cultura de lo colectivo, como resultado del logro alcanzado por el grupo, hacen parte de los aportes que se evidencian en la pedagogía por proyectos. El reto, en un contexto tan difícil como el nuestro, es instalar una adecuada dinámica del trabajo grupal que permita que los estudiantes puedan agenciar los tiempos, esfuerzos y conocimientos requeridos para el alcance de los objetivos del proyecto.

  • Inclusión. Otro de los aspectos que puede verse potenciado por las dinámicas de trabajo propias de los proyectos de aula, es el reto de la inclusión educativa. El trabajo colaborativo y la posibilidad de explorar y aprovechar las formas en que se expresa la diversidad, son factores de importancia en la organización de los grupos de estudiantes que se involucran en los proyectos de aula. Estas dinámicas generan los escenarios propicios para potenciar la inclusión educativa en el contexto de una educación para la diversidad, y sus beneficios para los procesos educativos.

  • Uso de las TIC. El uso y aprovechamiento de las Tecnologías de la Información y la comunicación es uno de los factores esenciales que se integra en la formulación e implementación de los proyectos de aula. El proyecto de aula puede ser aprovechado por maestras y maestros para evidenciar las competencias de los niños, niñas y jóvenes en materia del uso e incorporación de las TIC a la cotidianidad y a los procesos de construcción del conocimiento. Ya sea que se trate de gestionar información, de comunicarse, de recuperar datos o de divulgar, los proyectos de aula brindan la oportunidad de que las TIC hagan parte sustancial del trabajo que se realiza con niños, niñas y jóvenes.

  • Impacto en sistematicidad, rigor y evaluación. Lograr los objetivos planteados para un proyecto de aula y acompañar el proceso, permite que el maestro pueda inculcar como parte de la formación valores esenciales para la vida académica del estudiante. La necesidad de que el trabajo sea sistemático y riguroso, como condición mínima de la noción de proyecto, trae beneficios incidentales que hacen una contribución esencial para la formación del espíritu científico.

  • Vínculos con la investigación y la innovación. Un proyecto de aula es un espacio abierto a la investigación en el aula y a la generación de estrategias pedagógicas innovadoras. Los maestros y maestras pueden articular y vincular sus propias preguntas y sus intereses investigativos, a la formulación e implementación de los proyectos pedagógicos de aula. De esta manera, el maestro no solo se puede ver implicado en términos del acompañamiento y evaluación del proyecto de aula, sino que además puede ver facilitado el trabajo de formular una pregunta de investigación y desarrollar el proyecto investigativo con solo seguir la lógica misma del proyecto de aula.

Vale decir, a modo de conclusión, y luego de esta breve valoración de aspectos que pueden ser potenciados a través de las estrategias pedagógicas basadas en los proyectos de aula, que hay una evidente vigencia de esta propuesta pedagógica que hace innegables prestaciones a una escuela necesitada de transformarse y de incorporar innovaciones que se sustenten en modelos de intervención cuya utilidad ha sido sometida a prueba. Los proyectos de aula siguen siendo una estrategia pedagógica esencial para que la actividad educativa y el trabajo del maestro estén más conectados con los intereses y la cotidianidad de niños, niñas y jóvenes en nuestros contextos educativos de referencia.

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