Educando al cerebro con el corazón con nuestra experta en Disciplina Positiva, Vivian Jiménez.
Una disciplina que promueva la conexión y la comprensión de que, detrás de cada comportamiento hay una motivación. Una invitación a mirar hacia adentro, a entender que el ambiente escolar lo hacemos nosotros primero y este se proyecta en nuestros estudiantes.
La transformación hacia “la vida moderna” y el “progreso” han traído consigo el desequilibrio de varios factores determinantes para la calidad de vida de los individuos, las familias y la sociedad, entre ellos: descomposición del núcleo familiar y social, inestabilidad afectiva y emocional, sedentarismo, consumo de sustancias alucinógenas y alcohol, embarazos tempranos, agresividad y violencia; esa descomposición es, muchas veces, la materia prima de la escuela.
De manera que es evidente la necesidad de ir al fondo del asunto y abordar las causas de estas problemáticas. “No es cuestión de ponerle una curita a la herida, es necesario limpiar, ayudarle a curar y dejarle cicatrizar” ¿Qué hacer entonces para atender a esta necesidad de conexión que manifiestan niños, niñas y jóvenes?, ¿cómo llegar a ellos?, ¿cómo convertir la situación actual en una oportunidad de empoderar jóvenes que mañana serán adultos que, de no ser transformados en su sistema de creencias, replicarán los modelos que conocen?, ¿cómo fortalecer y empoderar a los adultos que son finalmente los modelos a imitar para ellos? Estos entre otro sinnúmero de interrogantes, pueden ser abordados y resueltos con éxito desde la Disciplina Positiva, que busca atender esa necesidad de pertenencia, de amor y respeto que pedimos a gritos como seres humanos, como sociedad, pero que simulamos no ver o postergamos resolver ya que nos envuelve la cotidianidad.
La juventud está desbocada, necesitan mano firme…
«Nuestra juventud gusta del lujo y es maleducada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos» (Sócrates, 470-399 a. C.).
Llevamos miles de años castigando a los niños y jóvenes y el panorama sí cambia, pero no como lo hemos previsto.
Por generaciones hemos vivido las consecuencias que el castigo trae consigo, entre ellas las 3R de las que hablamos en disciplina positiva:
- 1. Resentimiento
- 2. Retraimiento
- 3. Revancha
Todo lo que se ha sembrado, por generaciones, ha dado su fruto. De manera que en la misma vía de un país que quiere caminar hacia la paz y busca cómo trazar rutas de trasformación social, en esa vía, debe ponerse la educación y la crianza como una oportunidad real de construcción de la paz.
Como país estamos cansados de la violencia, pero parece que no queremos mirar cómo el hogar y la escuela son muchas veces el origen de ella. Nos duele y nos molesta la corrupción, pero creemos inocuo el sobornar a los niños y jóvenes con un dulce, con una salida al descanso o con una nota.
Los hechos demuestran que ni la amenaza, ni los sobornos son caminos para educar a seres de los que se espera sean autónomos, capaces, responsables, libres, proactivos y otra larga lista de cualidades que nos planteamos como padres o maestros cuando nos damos a la tarea de educar. Y aunque muchos aún no lo crean, sí es posible educar sin premios ni castigos.
Pero, ¿por qué Disciplina Positiva? A algunos les incomoda el uso de la palabra disciplina ya que probablemente sus memorias más inocentes les traen malos recuerdos o viene a su mente la imagen del castigo o la represión cuando la oyen; otros por su parte, relacionan lo positivo con permisivo… entonces vamos a desenredar la pita un poco, porque como dicen por ahí: “ni lo uno, ni lo otro”.
Un poco de historia
“Disciplina Positiva” es una metodología basada en la obra de Alfred Adler y Rudolf Dreikurs. Alfred Adler introduce por primera vez los talleres para padres y profesores ya desde 1920. Su acción es preventiva y divulgativa, formar y apoyar a los educadores para lograr mejorar la sociedad a través de la educación de niños y jóvenes. Por primera vez presenta la educación como una acción colaborativa entre padres, profesores, psicopedagogos y demás profesionales de la educación. Defiende un trato respetuoso a niños y adolescentes, pero advierte del peligro de caer en la permisividad y ausencia de límites. Así, su lema es “Firm & Kind”, que en nuestro idioma traducimos por “Firme y amable”.
Las técnicas pedagógicas fueron inicialmente implementadas en Viena por el Dr. Adler y posteriormente fueron llevadas a Estados Unidos por el Dr. Dreikurs, su discípulo que tras la muerte de Adler asume el desarrollo y difusión de su legado y que acuña el término “Educación Democrática” que en su día supuso un cambio conceptual importante, ya que hasta entonces la educación se entendía como una imposición de autoridad del adulto sobre niños y jóvenes. El autoritarismo queda atrás y el respeto mutuo pasa a ser a la vez un medio y un objetivo educativo central.
Décadas después, en 1980 estas teorías educativas encuentran un nuevo impulso gracias a la labor de Jane Nelsen y Lynn Lott quienes escriben un manual sobre educación para padres titulado “Positive Discipline” que hoy en día, tras 36 años ha logrado un importante grado de difusión en Estados Unidos, América Latina y Europa 1 . En Colombia y Latinoamérica, es Gigi Núñez, presidenta de la Asociación de Disciplina Positiva Colombia, quien expande la bandera de una educación diferente, introduciendo la metodología con el nombre de Disciplina con Amor, logrando certificar a más 500 educadores que pueden compartir la metodología en sus comunidades y escuelas, lo que ha multiplicado el número de personas que le apuestan a esta filosofía de vida que pretende construir una sociedad diferente, aunque no es una tarea fácil, los resultados sorprenden.
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