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Se denomina control parental al conjunto de acciones encaminadas a proteger a los menores respecto del uso que hacen de la tecnología. En el caso de las tabletas, es necesario supervisarlo para protegerlos de los contenidos a los que acceden, de las acciones que realizan (qué aplicaciones utilizan, que videos ven) y del tiempo que dedican a cada acción. El hecho de que los niños y niñas de cualquier edad puedan manejar de forma autónoma los dispositivos no quiere decir que sean conscientes de lo que están haciendo, que sepan seleccionar contenidos adecuados o que puedan sacarles el mejor partido.
A pesar de que muchas de las aplicaciones incorporan filtros parentales, delegar el control de manera exclusiva en ellas es un acto tan irresponsable como dejar que un niño cruce la calle porque hay un semáforo. Más allá del uso intuitivo que cualquiera pueda hacer de las herramientas digitales, está la comprensión y el aprendizaje de sus mecanismos, y es aquí donde se debe enfocar nuestra atención como adultos mediadores.
El control parental se puede establecer de diferentes modos, algunos de ellos compatibles entre sí.
• Sobre el dispositivo. Dependiendo de las posibilidades que tenga el sistema operativo, las restricciones pueden ir desde cuestiones como bloquear las compras, eliminar la publicidad, impedir el acceso a determinadas aplicaciones o que hagan cambios.
Para hacer control sobre el dispositivo hay que crear un perfil específico para los niños, y dentro de este, indicar las aplicaciones a las que pueden tener acceso o las que pueden descargar. No todos los tipos de tabletas permiten la opción de crear perfiles, todo
dependerá del sistema operativo: Android lo permite, pero en iOS no es posible, al menos de momento.
Para hacer control sobre el dispositivo hay que crear un perfil específico para los niños, y dentro de este, indicar las aplicaciones a las que pueden tener acceso o las que pueden descargar. No todos los tipos de tabletas permiten la opción de crear perfiles, todo
dependerá del sistema operativo: Android lo permite, pero en iOS no es posible, al menos de momento.
El hecho de que los niños y niñas de cualquier edad puedan manejar de forma autónoma los dispositivos no quiere decir que sean conscientes de lo que están haciendo, que sepan seleccionar contenidos adecuados o que puedan sacarles el mejor partido.
• A través de una aplicación específica de control parental.En este caso, la aplicación, normalmente preinstalada en las tabletas infantiles, lo que hace es crear un perfil específico para los niños, donde se incluye un conjunto de desarrollos que son adecuados para ellos. La diferencia entre esta opción y la anterior es que aquí lo que se hace es instalar una aplicación por encima, como si fuera una máscara que es la que controla el resto. Este tipo de aplicaciones tienen incorporadas una serie de funcionalidades, como por ejemplo controlar los horarios o guardar un registro de todo lo que se hace con la tableta, algo que sobre el dispositivo solo no se puede hacer. Existen dos tipos de aplicaciones de control parental: las generales, como Kido’z o Kidsplace, y las específicas, que simplemente sirven para bloquear una determinada acción, como Locx, quees exclusivamente un bloqueador de apps, y Oink,una aplicación (solo iOS), que permite a los adultos configurar un monedero digital para controlar el gasto. La ventaja de estas aplicaciones, a diferencia del control parental que se realiza sobre el dispositivo, es que consumen menos recursos de la tableta.
• Sobre las aplicaciones. Generalmente, las aplicaciones destinadas al público infantil tienen entre sus opciones el control parental, que permite controlar las compras integradas o compartir en redes sociales. Para acceder a la «zona para padres» el sistema solicita realizar una acción de desbloqueo. Las más frecuentes son:
– Códigos o patrones.
– Preguntas (realización de una operación matemática).
– Acciones (abrir un candado, arrastrar un objeto, deslizar el dedo por la pantalla...).
– Preguntas (realización de una operación matemática).
– Acciones (abrir un candado, arrastrar un objeto, deslizar el dedo por la pantalla...).
Lo importante es que estas acciones estén adecuadas a la edad del menor; es decir, que si la aplicación está destinada a niños de 7 u 8 años no es útil que el control parental se desbloquee preguntando cuánto suman 2 + 2.
Una de las primeras cuestiones que hay que analizar es a qué aplicaciones, contenidos y acciones pueden acceder libremente los menores y cuáles deben ser bloqueadas. Así, por ejemplo, el correo electrónico se puede bloquear con un código y no se permitirá ver el contenido. También se puede bloquear el acceso a Internet o crear un listado de páginas a las que sí se puede acceder (páginas blancas) o crear uno con las que no. O se pueden impedir las compras. Realizar la revisión y el bloqueo de cada aplicación puede resultar tremendamente complicado; por eso, es una buena opción, siempre que el sistema operativo lo permita, crear perfiles en los que agrupar las aplicaciones que puede utilizar un adulto y las que puede utilizar un menor. La creación de perfiles también es adecuada para evitar que puedan cambiar la configuración de una aplicación o el acceso a los contenidos extras, aunque sí puedan manejar el resto de las funcionalidades.
En definitiva, el control parental hace que las tabletas sean un entorno seguro para los más pequeños y son una buena alternativa para favorecer el contacto de los niños con los dispositivos.
Título tomado del libro: Lectura infantil digital. Autor: Araceli García-Rodríguez y Raquel Gómez-Díaz. pp.22-26
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