24 de FEBRERO del 2019
CONSEJO DIVINO.
LA PROFECÍA DE JEREMÍAS
CAPITULO IX
DEL LIBRO DE DIOS "LA PROFECÍA DE JEREMÍAS CAP. IX– 9"
Jeremías llora inconsolable los males espirituales y corporales
de su pueblo: le convida en nombre de Dios al arrepentimiento; y habla del
castigo del Señor contra todos los pecadores.
¿Quién dará agua mi cabeza, y hará de mis ojos dos fuentes de
lágrimas para llorar día y noche la muerte que se ha dado tantos moradores de
la hija de mi pueblo, o de Jeruslem? ¿Quién me dará en la soledad una triste
choza de pasajeros, para abandonar a los de mi pueblo, y apartarme de ellos? Pues
todos son adúlteros o apóstatas de Dios, una gavilla de prevaricadores. Sirven se
de su lengua, como de un arco, para disparar mentiras, y no verdades: se han
hecho poderosos en la tierra con pasar de un crimen a otro crimen; y a mí me
han desconocido, y despreciado, dice el Señor. Guárdese cada uno, entre ellos,
de su prójimo, y nadie se fie de sus hermanos: porque todo hermano hará el
oficio de traidor, y todo amigo procederá con fraudulencia. Y cada cual se
burlara de su propio hermano; ni hablara jamás verdad, porque tiene avezada la
lengua a la mentira: se afanaron en hacer mal. Tú oh Jeremías, vives rodeado de
engañadores: porque aman el dolo, rehúsan el conocerme a mí, dice el Señor. Por tanto, esto dice el Señor de los ejércitos:
sábete que yo los fundiré, y ensayaré al fuego. Porque ¿Qué otra cosa puedo
hacer para convertir a los de la hija de mi pueblo? Su lengua es como una
penetrante flecha: hablan siempre para engañar: con los labios anuncian la paz
a su amigo, y en secreto le arman asechanzas. Pues qué, ¿No he de tomarles yo
residencia sobre estas cosas? Dice el Señor. ¿O dejaré de tomar venganza de un
pueblo como ese?
La tomará el Señor; y yo me pondré a llorar y a lamentar a vista
de los montes, y gemiré al ver hechas un páramo las amenas campiñas: porque
todo ha sido abrazado: de mañanera que no transita por allí nadie, ni se oye ya
la voz de sus dueños: desde las aves del cielo hasta la bestias todo se ha ido
de allí, y se ha se ha retirado. En fin, yo reduciré a Jerusalem, dice el
Señor, a un montón de escombros, y a ser guarida de dragones, y a las ciudades
de Judá las convertiré en despoblados, sin que en ellas quede un solo morador.
¿Cuál es el varón sabio que entienda esto, y a quien el Señor
comunique de su boca la palabra, a fin de que declare a los otros el por qué ha
sido asolada esta tierra, y esta seca y quemada como un árido desierto, sin
haber persona que transite por ella? La causa es, dice el Señor, porque
abandonaron mi ley que yo les había dado, y no han escuchado mi voz, ni la han
seguido; sino que se ha dejado llevar de su depravado corazón, y han ido en pos
de los ídolos; como lo aprendieron de sus padres. Por tanto, esto dice el Señor
de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí que yo a este pueblo le daré para
comida ajenjos, y para bebida agua de hiel. Y los desparramaré por entre
naciones, que no conocieron ellos ni sus padres, y enviaré tras de ellos la
espada, hasta tanto que sean consumidos.
Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Id en
busca de plañideras, y llamadlas que vengan luego, y enviad a buscar a las que
son más diestras en hacer el duelo, y decidles, que se den prisa. Y comiencen
luego los lamentos sobre nosotros: derramen lágrimas nuestros ojos, y desháganse
en agua nuestros parpados; porque ya se oye una voz lamentable desde Sion, que
dice: ¡Oh! ¡y a qué desolación hemos sido reducidos! ¡y en qué extrema confusión
nos vemos! Abandonamos nuestra tierra nativa, porque nuestras habitaciones han
sido arruinadas. Escuchad pues, oh mujeres de mi país, la palabra del Señor, y perciban
bien vuestros oídos lo que os anuncian sus labios; y enseñad a vuestros hijas,
y cada cual a su vecina endechas, y canciones lúgubres: pues la muerte ha
subido por nuestras ventanas, se ha entrado en nuestras casas, y ha hecho tal
estrago, que ya no se verán niños ni jóvenes por las calles y plazas. Dile pues
tú, Jeremías: Así habla el Señor: los cadáveres humanos quedaran tendidos por
el suelo, como el estiércol sobre un campo, y como heno que tira detrás de sí
el segador, sin que haya quien le recoja. Esto dice el Señor: no se gloríe el
sabio en su saber; ni se gloríe el valeroso en su valentía, ni el rico se gloríe
de sus riquezas. Más el que ira gloriarse, gloríese en conocerme y saber que yo
soy el Señor, el autor de la misericordia y del juicio, y de la justicia en la
tierra; pues estas son las cosas que me son gratas, dice el Señor.
He aquí que vienen días, dice el Señor, en que yo residenciaré a
todos los que están circundados, y a los que no lo están. Al Egypto, a Judá, a
la Iduméa, y a los hijos de Ammon, y a los de Moab, y a todos aquellos ue
llevan cortado el cabello, habitantes del Desierto: que si todas las naciones
son incircuncisas según la carne, los hijos de Israél son incircuncisos en el corazón.
El señor vuelve con su palabra que tiene
poder e infinita sabiduría. Leed tranquila y concienzudamente y hallaras en
cada frase, en cada palabra una enseñanza del libro del Señor. Medítalas
y aplícalas en tu vid a, en tu familia y sobre todo, compártelas
con tus estudiantes. Cada día el Señor te da una enseñanza y una palabra
para reflexionar. El camino de la perfección requiere de mejor y mayor
esfuerzo. Y tú estás en ese CAMINO. ¿Por
qué Quieres huir de la perfección que Dios te ofrece?
FELIZ
SEMANA
JJ = J2
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