11 DE JUNIO DE 2018
CONSEJO DIVINO.
LA PROFECÍA DE ISAÍAS
CAPITULO LI
DEL LIBRO DE DIOS "LA PROFECÍA DE ISAÍAS CAP. LI – 51"
Consuela el Señor a los pocos que han quedado de su pueblo, anunciándoles
la restauración de Jerusalem por el Mesías, y la total ruina de sus enemigos.
Escuchadme, vosotros los que seguís la justicia y buscáis al
Señor: atended la cantera de donde habéis sido cortados, al manantial de que habéis
salido. Poned los ojos en el anciano Abraham vuestro padre, y en Sara estéril
que os parió: porque a él, que era solo, sin hijos, le llame, y le bendije, y
le multipliqué. Del mismo modo pues consolará el Señor a Sion, y reparará todas
sus ruinas, y convertirá sus desiertos en lugares de delicias, y su soledad en
un jardín amenísimo. Allí será el gozo y la alegría, el hacimiento de gracias,
y las voces de alabanza a la gloria del Señor.
Atiende a lo que te digo, oh pueblo mío, y escúchame, nación mía:
porque de mi ha de salir nueva Ley, y mi justicia se establecerá entre los
pueblos a fin de iluminarlos. Está para venir mi Justo. El salvador que yo
envío está ya en camino; y mi brazo regirá los pueblos: las islas o naciones de
la tierra me estarán aguardando, y esperando en el poder de mí brazo. Alzad al
cielo vuestros ojos, y bajadlos después a mirar la tierra; porque los cielos
como humo se desharán y mudarán, y la tierra se consumirá como un vestido, y perecerán
como estas cosas sus moradores. Pero la salud o el Salvador que yo envío,
durará para siempre, y nunca faltará mi justicia, Escuchad los que conocéis lo
que es justo, vosotros del pueblo mío, en cuyos corazones está grabada mi Ley:
No temáis los oprobios de los hombres, no os arredren sus blasfemias: Porque
como a la lana los devorará la polilla: más la salvación que yo envío, durará
para siempre, y mi justicia por los siglos de los siglos.
Levántate, levántate; ármate de fortaleza, oh brazo del Señor: Levántate
como en los días antiguos y en las pasadas edades. ¿No fuiste tú el que azotaste
el soberbio Pharaon, el que heriste al dragón del Egipto? ¿No eres tú el que
secaste el mar, las aguas del tempestuoso abismo: el que abriste camino en el
profundo mar, para que pasaran los que habían libertado?. Ahora pues los que
han sido redimidos por el Señor, volverán y llegaran a su amada Sion cantando
alabanzas, coronados de sempiterna alegría: tendrán gozo y alegría constante, y
huira de ellos el dolor y la pena.
Yo, yo mismo os consolaré: ¿Quién eres tú que tanto temes a un
hombre mortal, y al hijo del hombre que como el heno ha desecarse?. Porque te
has olvidado del Señor tu criador, que extendió lo cielos y fundó la tierra, por eso temblaste
continuamente todo el día a vista del
furor de aquel enemigo que te afligía y tiraba a exterminarte: ¿dónde está ahora
el furor de aquel tirano?. Presto llegará aquel que viene a dar liberad: que no
permitirá el Señor el total exterminio, y no faltará nunca del todo su alimento.
En fin, yo soy el Señor Dios tuyo que embravezco el mar, y encrespo sus olas.
Señor de los ejércitos es mi nombre. En tu boca he puesto mis palabras, y te he
amparado con las sombra de mi poderosa mano, para que plantes los cielos y
fundes la tierra, y digas a Sion: Tú eres mi pueblo.
Álzate, oh Sion, álzate; levántate, oh Jesuralem, tú que has
bebido de la mano del Señor el cáliz de su ira: hasta el fondo has bebido tú el
cáliz que causa un mortal sopor, y has bebido hasta las heces. De todos los
hijos que ella engendro, no hay uno que la sostenga; y entre todos los hijos que
ella ha criado, no hay quien la coja de la mano. Doblados males son los que te
han acontecido: ¿quién te compadecerá? Sobre ti ha venido la desolación y el
exterminio, el hambre y la espada: ¿Quién te consolara?. Tus hijos yacen
tirados por tierra, atados duermen a lo largo de todas las calles, como búfalo
enmaromado o preso, cubiertos de indignación del Señor, y de la venganza de tu
Dios. Por tanto, escucha esto tú, pobrecita Jerusalem, y embriagada no de vino
sino de aflicciones: Estas cosas dice tu Dominador, el Señor Dios tuyo que peleará
por su pueblo: Mira, yo voy a quitar de tu mano ese cáliz de mi indignación no
las beberás ya otra vez. Yo le pondré en la mano de aquellos que te han
humillado, y que te dijeron en tu angustia: Póstrate, para que pasemos por
encima: y tú pusiste tu cuerpo como tierra que se pisa, y como camino que
huellan los pasajeros.
El señor vuelve con su palabra que tiene
poder e infinita sabiduría. Leed tranquila y concienzudamente y hallaras en
cada frase, en cada palabra una enseñanza del libro del Señor. Medítalas
y aplícalas en tu vid a, en tu familia y sobre todo, compártelas
con tus estudiantes. Cada día el Señor te da una enseñanza y una palabra
para reflexionar. El camino de la perfección requiere de mejor y mayor
esfuerzo. Y tú estás en ese CAMINO. ¿Por
qué Quieres huir de la perfección que Dios te ofrece?
FELIZ
SEMANA
JJ = J2
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