LA
EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES NO ES UNA CUESTIÓN SUPERFICIAL QUE PUEDA
ENCOMENDARSE A MANOS DE CUALQUIER PERSONA, NI MENOS DELEGARLA SOLO A LA ESCUELA Y A LOS DOCENTES, NO. LOS PADRES, SOCIEDAD, MEDIOS Y COMUNIDAD EN
GENERAL TIENEN TAMBIÉN UNA RESPONSABILIDAD ENORME E INELUDIBLE EN LA FORMACIÓN Y EDUCACIÓN DE NUESTROS NIÑOS Y ADOLESCENTES, Y ANTE TODO MUCHO
PARA ENSEÑAR.
Los niños comienzan su aprendizaje desde el mismo momento en
que nacen, aprendiendo y adaptándose a nuestro mundo con cada uno de sus sentidos.
Con los primeros movimientos torpes de sus manos, de su cabeza y de su cuerpo, se contorsiona para querer tocar y palpar, utilizando los sentidos de la escasa vista que apenas puede adaptarse a la luz, del tacto para descubrir partes del cuerpo de su madre especialmente su cara y los senos, del olfato aprendiendo el olor especifico de su madres y el olor a la leche materna, y luego con el sentido del gusto descubriendo el sabor de la leche, líquido vital que los alimentará en su primeros años.
Pegados al seno de la madre durmiendo plácidamente, sintiéndose seguros, acariciados y abrigados por la madre, es como desarrollan los lazos irremplazables de unión, amor y ternura con el ser que les dio la vida.
En la medida en que estas acciones se repiten una y otra
vez los niños se vuelven más hábiles y
expertos para tener el control de su cuerpo y el manejo y precisión de sus movimientos, donde la
madre está pendiente y presta a guiarlos, a ayudarlos, a consentirlos y
corregirlos cada vez que se equivoquen y cuantas veces sea necesario.
Este proceso de ensayo, error y corrección dura a través de
toda la vida, así que dejaré a los
expertos la descripción detallada de cada una de las etapas del desarrollo
humano.
Bien, pero toda persona con cierto grado de conocimiento sabe
que: “Los niños siempre serán niños mientras dure la niñez”(desde cuando comienza hasta donde termina esta etapa), por
lo cual van a ser inquietos, casi por naturaleza, ya que están en una etapa del
desarrollo en la que quieren descubrir el mundo, tocar, experimentar, saber que
pasa o como funciona y ver la acción en
vivo, lo que implica que van a cometer errores, que tendrán
accidentes (a veces accidentes tan graves y peligrosos que les puede
costar la vida), por lo cual, van a estar en constante peligro; el evitarlos,
implica una gran responsabilidad de los padres, maestros o personas mayores que
estén a su cargo o a su alrededor en el entorno. Estar muy pendientes de todo lo que hacen, tener
control sobre todas sus actividades, enseñarles el peligro, cómo actuar en ciertas
circunstancias y corregirlos cada vez
que haya oportunidad o que tengan un accidente, es una acción personal, de cada
momento e indelegable.
En este acelerado desarrollo y aprendizaje, los niños y
adolescentes aprenden de todos y de todo. Aprenden del medio donde se
desarrollan, de la naturaleza, de las experiencias propias y de las ajenas,
pero especialmente aprenden de sus modelos
a seguir o imitar, de sus héroes o heroínas, los cuales van cambiando de
acuerdo a sus edades e interés.
Aprenden acciones, expresiones, comportamientos y valores de
sus padres, hermanos, familiares, compañeros, amigos, vecinos y profesores;
aprenden de los medios de comunicación, de la radio, de la televisión, del
cine, del internet, de la prensa y de las revistas; aprenden de las autoridades,
de la iglesia y de la sociedad en general, aprenden del día a día, y así van
modificando sus comportamientos.
Están pendientes y expectantes para aprender en cada momento
y de cada situación. Aprenden lo bueno, lo malo, lo legal, lo moral, lo corrupto, las buenas o malas acciones y todas las palabras y gestos que se les
presenten en la calle o en cualquier programa, aprenden los comportamientos
buenos, groseros o abusivos y todas lo
que ven, oyen, les cuentan o perciben.
Bien, ahora sabiendo que educar a los niños y adolescentes
implica una extraordinaria responsabilidad, un gran reto y un enorme trabajo
conjunto, ¿Por qué no unimos esfuerzo y
estamos más pendiente de ellos, de sus comportamientos y de su educación? O ¿por
qué no empezamos a asumir nuestras responsabilidades?
Esto de la educación no es una tarea casual, fácil o inmediatista, y menos algo de lo que
se puedan obtenerse resultados en uno o
dos días, no; requiere como lo he dicho
antes de una gran responsabilidad personal, profesional y moral de todos los implicados en ella,
especialmente de los padres quienes no poder rechazar, desprenderse,
desobligarse o delegar la responsabilidad; esto de la educación requiere paciencia,
rectitud, constancia, dedicación, persistencia, estar vigilante en todo lugar y
momento de todo lo que hagan, de lo que digan, de lo que tramen, de lo que
piensen, de cómo se comportan y de con quien andan, guardar cierto control
sobre su tiempo y sus acciones, enseñarles con el ejemplo y la buenas
acciones, corregir a tiempo y dedicar
más tiempo al compartir y a su formación, a su aprendizaje y conocimiento.
A todos nos gustaría tener hijos o estudiantes bien educados,
sin rebeldía, inteligentes, que sepan comportarse y que sigan las instrucciones
que se les indican, colaboradores y proactivos, es decir con alto grado de
iniciativa. Pero sabemos por la diversidad del ser humano que siempre
encontraremos personas y estudiantes con comportamientos y pensamientos
diversos, raros o hasta extraños, inevitable puede sonar cruel pero cierto.
El caso es que si cualquiera de los implicados en la educación de nuestros niños o
adolescentes descubre que hay un niño o joven con problemas, debe tomar la
decisión inmediata y personal de actuar; es a ese niño(a), joven o adolescente
a quien debemos dedicarle más tiempo, del que debemos estar más pendiente,
conocer lo que saben sus padres y hacerle seguimiento. Solo así podemos
descubrir su problemática, que le aflige u oprime el corazón y posiblemente saber cómo ayudarlo.
Estoy completamente seguro que no ayuda ni sirve de nada,
ignorar, rechazar, apartar o expulsar a un niño o adolescente con problemas,
por el contrario, estamos creando o ayudando a agrandar el problema, ya que
propiciamos la creación de un
desadaptado social o un peligroso delincuente en potencia.
Por lo cual los invito a asumir el rol que nos corresponde
como padre, docentes o miembro del barrio, de la comunidad, del municipio o de
la sociedad. Solo venciendo la indiferencia, desprendiéndonos de nuestros
prejuicios personales, del egoísmo y tomando acciones correctivas en la
formación y educación de nuestros niños y adolescentes, lograremos una sociedad
más justa, equilibrada, tolerante y por ende la paz que tanto deseamos.
Jaime Julián Angulo Paredes.
Rector