miércoles, 21 de agosto de 2024

 

¿Cómo debe ser un maestro excelente?


PARTE II

Competencias clave del maestro


Tal como la definió el Viejo Profesor (Enrique Tierno Galván), que en paz descanse.

Hablando de competencias, es decir, «la pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado», un maestro debería poseer algunas competencias que considero primordiales, a saber:
 

Vocación

Sentir la profesión desde lo más profundo.
 

Dedicación

Emplear todo el tiempo disponible.
 

Amabilidad

Sin caer en el coleguismo.
 

Generosidad

Volcar todos sus conocimientos en los alumnos.
 

Responsabilidad

Entendida como la capacidad de responder.
 

Empatía

Saber poner en el lugar del alumno.
 

Cercanía

Un buen maestro no debe aislarse en su estrado.
 

Entusiasmo

Saber transmitir energía vital.
 

Humildad

No creerse que está por encima del bien y del mal.
 

Paciencia

No todos cogen las ideas al vuelo.
 

Ceder protagonismo

Saber otorgar protagonismo a los alumnos.


Despertar interés

Desarrollar curiosidad intelectual.


Escucha activa

Capacidad de escuchar atentamente
 

Apertura mental

Estar abierto a nuevas ideas
 

Claridad

Ser muy gráfico en las explicaciones. Una imagen vale más que mil palabras.
 

Divertido

Ser ameno, sin llegar a ser cómico.
 

Realismo

Tener los pies en el suelo.


Sinceridad

Ser honesto y franco.
 

Asertividad

Impartir lecciones con seguridad. Cuando se imparte una lección, no se pueden tener dudas.

 

Gestión de la diversidad

Los colectivos de alumnos son cada vez más diversos.
 

Conocimientos

Dominar la materia o materias que imparte. 

Con esta lista, aparentemente exhaustiva, no quiero decir que un buen maestro deba cumplir todas y cada una de dichas competencias, ni en grado sumo, ni en todo momento; pero deberá saber aplicar y dosificar cada una de ellas en función de la circunstancias. No es lo mismo formar a un niño en su primera etapa del jardín de infancia que a un doctorando durante la preparación de su tesis, por poner los dos extremos opuestos de la cadena de valor formativa.

No olvidemos que un buen maestro debe ser el encargado de garantizar la transmisión del conocimiento a las siguientes generaciones de modo que, con sucesivas aportaciones, la humanidad siga progresando en la buena dirección. Un buen maestro debería ser más entálpico que entrópico, si es que puede servir este símil termodinámico.

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