¿Cómo debe ser un maestro excelente?
Competencias clave del maestro
Tal como la definió el Viejo Profesor (Enrique Tierno Galván), que en paz descanse.
Hablando de competencias, es decir, «la pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado», un maestro debería poseer algunas competencias que considero primordiales, a saber:
Vocación
Sentir la profesión desde lo más profundo.Dedicación
Emplear todo el tiempo disponible.Amabilidad
Sin caer en el coleguismo.Generosidad
Volcar todos sus conocimientos en los alumnos.Responsabilidad
Entendida como la capacidad de responder.Empatía
Saber poner en el lugar del alumno.Cercanía
Un buen maestro no debe aislarse en su estrado.Entusiasmo
Saber transmitir energía vital.Humildad
No creerse que está por encima del bien y del mal.Paciencia
No todos cogen las ideas al vuelo.Ceder protagonismo
Saber otorgar protagonismo a los alumnos.
Despertar interés
Desarrollar curiosidad intelectual.
Escucha activa
Capacidad de escuchar atentamenteApertura mental
Estar abierto a nuevas ideasClaridad
Ser muy gráfico en las explicaciones. Una imagen vale más que mil palabras.Divertido
Ser ameno, sin llegar a ser cómico.
Realismo
Tener los pies en el suelo.
Sinceridad
Ser honesto y franco.
Asertividad
Impartir lecciones con seguridad. Cuando se imparte una lección, no se pueden tener dudas.
Gestión de la diversidad
Los colectivos de alumnos son cada vez más diversos.
Conocimientos
Dominar la materia o materias que imparte.
Con esta lista, aparentemente exhaustiva, no quiero decir que un buen maestro deba cumplir todas y cada una de dichas competencias, ni en grado sumo, ni en todo momento; pero deberá saber aplicar y dosificar cada una de ellas en función de la circunstancias. No es lo mismo formar a un niño en su primera etapa del jardín de infancia que a un doctorando durante la preparación de su tesis, por poner los dos extremos opuestos de la cadena de valor formativa.
No olvidemos que un buen maestro debe ser el encargado de garantizar la transmisión del conocimiento a las siguientes generaciones de modo que, con sucesivas aportaciones, la humanidad siga progresando en la buena dirección. Un buen maestro debería ser más entálpico que entrópico, si es que puede servir este símil termodinámico.
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