10 de noviembre del 2019
CONSEJO DIVINO.
LA PROFECÍA DE JEREMÍAS
CAPITULO XLII
DEL LIBRO DE DIOS "LA PROFECÍA DE JEREMÍAS CAP. XLII– 42"
Jeremías después
de haber rogado y consultado al Señor, responde que los Judios, vivirán seguros
si se quedan en Judéa; pero que si pasan a Egypto perecerán al filo de la
espada, de hambre y de peste.
Y vinieron todos los oficiales de la
milicia, y Johanan, hijo de Caree, y Jezonias, hijo de Osaias, y el resto del
pueblo, chicos y grandes. Y dijeron al profeta Jeremías: Condesciende a nuestra
suplica y haz oración al Señor Dios por nosotros, y por todos estos restos del
pueblo, pues pocos hemos quedado de muchos que eremos, conforme estás viendo tú
con tus ojos. Y háganos conocer el Señor Dios tuyo el camino que debemos
seguir, y aquello que debemos de hacer. Respondióles el profeta Jeremías: Bien
está, he aquí que voy a hacer oración al Señor Dios vuestro, conforme me lo habéis
pedido: Cualquier cosa que me responda el Señor, yo os la comunicaré sin
ocultaros nada. Y dijeron ellos a Jeremías: Sea el Señor entre vosotros testigo
de la verdad, y sinceridad nuestra, y castíguenos si no cumpliremos fielmente
todo cuanto nos mandare decir por tu boca el Señor Dios Tuyo. Ya sea cosa
favorable, ya sea adversa, obedeceremos a la voz del Señor Dios nuestro, a
quien te enviamos; para que obedeciendo a la voz de Señor Dios nuestro, nos
vaya prósperamente.
Pasados pues diez días, hablo el Señor a
Jeremías: El cual llamo a Johanan, hijo de Caree, y a todos los oficiales de
guerra que con él estaban, y a todo el pueblo, chicos y grandes. Y les dijo:
Esto dice el Señor Dios de Israel a quien me habéis enviado, para que se
expusiese humildemente vuestros ruegos ante su acatamiento: Si permaneciereis
quietos en esta tierra, yo os restauraré, y no os destruiré: os plantaré, y no
os arrancaré; porque yo estoy aplacado con el castigo que os he enviado. No temáis
al rey de Babylonia, del cual tenéis tanto miedo; no le temáis, dice el Señor,
porque yo soy con vosotros para salvaros, y libraros de sus manos. Y usaré con
vosotros de misericordia, y me apiadaré de vosotros, y haré que habitéis en
vuestra tierra. Más si vosotros dijereis: No queremos permanecer en vuestra
tierra, ni escuchar lo que dice el Señor Dios nuestro; Y continuáis diciendo:
No, no; sino que nos vos a la tierra de Egypto, en donde no veremos guerra, ni
oiremos sonidos de trompetas, ni padeceremos hambre; y allí permaneceremos. En
este caso oíd ahora, oh restos de Judá, lo que dice el Señor: Esto dice el
Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Si vosotros os obstináis en querer
ir a Egypto, y fuereis a habitar allí, Allí en la tierra de Egypto os alcanzará
la espada que vosotros teméis: y el hambre que receláis vosotros, allí en
Egypto se os echará encima, y allí hallareis la muerte. Y todos cuantos se
habrán obstinado en querer ir a Egypto para habitar allí, perecerán al filo de
la espada, y de hambre, y de peste: no quedará ninguno de ellos con vida, ni
escapará del castigo que yo descargaré sobre ellos. Porque esto dice el Señor
de los ejércitos, el Dios de Israel: Al modo que se encendió mi furor y mi
indignación contra los moradores de Jerusalem; del mismo modo se encenderán
contra vosotros la indignación mía, cuando habréis entrado en Egypto: y seréis
objeto de execración, y de pasmo, y de maldición, y de oprobio, y nunca jamás
volveremos a ver este lugar.
Oh restos de Judá, el Señor es el que os
dice: No vayáis a Egypto: tened bien presente que yo os he protestado en este
día. Que os habéis engañado a vosotros mismos, que me habéis enviado a hablar
al Señor Dios nuestro, diciendo: Ruega por nosotros al Señor Dios nuestro; y
todo aquello que te dirá el Señor Dios nuestro, anunciadlo del mismo modo, y lo
practicaremos. Y hoy os lo he referido, y vosotros no habéis querido obedecer
lo que dice el Señor Dios vuestro, acerca de todas aquellas cosas sobre las
cuales me ha mandado hablaros. Ahora bien, tened entendido de cierto que moriréis
al filo de la espada, y de hambre, y de peste, allí, donde habéis querido ir a
habitar.
El señor vuelve con su palabra que tiene poder e infinita
sabiduría. Leed tranquila y concienzudamente y hallaras en cada frase, en cada
palabra una enseñanza del libro del Señor. Medítalas y aplícalas en
tu vida, en tu familia y sobre todo, compártelas con tus estudiantes. Cada
día el Señor te da una enseñanza y una palabra para reflexionar. El camino de
la perfección requiere de mejor y mayor esfuerzo. Y tú estás en ese CAMINO. ¿Por qué Quieres huir de la
perfección que Dios te ofrece?
FELIZ
SEMANA
JJ = J2
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