18 de noviembre del 2018
CONSEJO DIVINO.
LA PROFECÍA DE JEREMÍAS
CAPITULO IV
DEL LIBRO DE DIOS "LA PROFECÍA DE JEREMÍAS CAP. IV– 4"
Exhorta Dios por Jeremías a los judíos a la verdadera
penitencia; y les anuncia si no la hacen, la irrupción de los Chaldéos.
Oh Israél, si te has de convertir de tus extravíos, conviértete
a mí de corazón, dice el Señor. Si quitas tus escándalos o ídolos de mi
presencia. No serás removido de tu tierra. Y sea tu juramento (hecho con verdad,
en juicio y con justicia): Viva el Señor: Y bendecirán y alabaran al Señor las
naciones todas.
Porque esto dice el Señor a los varones de Judá y de Jerusalem:
preparad vuestro barbecho, y no sembréis sobre espinas. Circuncidaos por amor
del Señor, y separad de vuestro corazón las inmundicias, oh vosotros varones de
Judá y moradores de Jerusalem: no sea que se manifieste cual fuego abrasador mi
enojo, y suceda un incendio, y no haya quien pueda apagarle por causa de la
malicia de vuestros designios.
Anunciad pues a Judá todo esto, e intimadlo a Jerusalem: echad
la voz, y tocad la trompeta por todo el país; gritad fuerte y decid: Juntaos y encerrémonos
en las ciudades fortificadas. Alzad en Sion el estandarte: fortificaos, y no os
detengáis, porque yo hago venir del Septentrión el azote, y una gran
desolación.
Ha salido el león de su guarida, y se ha alzado el destrozador o
conquistador de las gentes; se apuesto en camino para asolar tu tierra:
arruinadas serán tus ciudades, sin que quede un solo morador. Port tanto vestíos
de cilicio, prorrumpid en llanto, y en alaridos; pues que la tremenda indignación
del Señor no se ha apartado de nosotros. En aquel día, dice el Señor,
desfallecerá el corazón del rey, y el corazón de los príncipes, estarán atónitos
los sacerdotes, y consternados los profetas. Y yo dije al oír eso: ¡Ay, ay,
Señor Dios mío! ¡Ay! ¿Y es posible que hayas permitido que los falsos profetas alucinasen
a este pueblo tuyo y Jerusalem, diciendo: Paz tendréis vosotros: cuando he aquí
que la espada del enemigo ha penetrado hasta el corazón?
En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalem: un viento abrazador
sopla de la parte del desierto, en el camino que viene de Babylonia a la hija
de mi pueblo, y no es viento para aventurar y limpiar el grano. Un viento más
impetuoso me vendrá de aquel lado, y entonces yo les haré conocer la severidad
de mis juicios. He aquí que el ejército enemigo vendrá como una espesa nube, y
sus carros de guerra como un torbellino: Más veloces que águilas son sus caballos.
¡Ay desdichados de nosotros! Dirán entonces: Somos perdidos. Lava pues, oh
Jerusalem, tu corazón de toda malicia, si quieres salvarte. ¿Hasta cuándo
tendrán acogida en ti los pensamientos nocivos, o perversos? Mira que ya se oye
la voz de uno que llega de Dan, y anuncia y hace saber que el ídolo está
viniendo por el monte de Ephraim. Decid pues a las gentes: Sabed que se ha oído
en Jerusalem que vienen las milicias o tropas enemigas de lejanas tierras, y
han alzado ya el grito contra las ciudades de Judá. Se estarán día y noche alrededor
de ella, como los guardas en las heredades: porque me ha provocado la ira, dice
el Señor. Tus procederes y tus pensamientos te han ocasionado, oh Jerusalem,
estas cosas: esa malicia tuya es la causa de la amargura que ha traspasado tu corazón.
¡Ay! Mis entrañas, las entrañas mías se han conmovido de dolor y
congoja: todos los interiores afectos de mi corazón están en desorden: no puedo
callar cuando ha oído ya mi alma el sonido de la trompeta, el frito de la
batalla. Ha venido desastre sobre desastre, y ha quedado asolada toda la
tierra: De repente, en un momento, fueron derribadas mis tiendas y pabellones.
¿Hasta cuándo he de ver fugitivo a los de mi pueblo, y he de oír el sonido de
la trompeta enemiga? El necio pueblo mío, dice el Señor, no me conoció: hijos
insensatos son y mentecatos: para hacer el mal son sabios: más el bien no saben
hacerlo. Eche una mirada a la tierra y la vi vacía y sin nada; y a los cielos,
y no había luz en ellos: Mire los montes, y reparé que temblaban, y todos los
colados se estremecían. Estuve observando la Judéa, y se veía un hombre
siquiera; y se habían retirado del país todas las aves del cielo. Miré y vi convertidas
en un desierto sus fértiles campiñas: todas sus ciudades han quedado destruidas
a la presencia del Señor, a la presencia de su tremenda indignación.
Pero he aquí lo que dice el Señor: toda la tierra de Judá
quedará desierta; más no acabaré de arruinarla del todo. Llorará la tierra y se
enlutarán arriba los cielos, por esta razón de lo que decreté: resolvílo y no
me arrepentí, ni ahora mudo de parecer. El ruido de la caballería y de los flecheros
echó a huir toda la ciudad: corrieron a esconderse entre los riscos, subiéronse
a los peñascos: fueron desamparadas todas las ciudades, sin que quedasen en
ellas un solo habitante.
¿Y qué harás ahora, oh desolada hija de Sion? ¿Qué harás? Por más
que te vistas de grana, aunque te adornes con joyeles de oro, y pintes con
antimonio tus ojos, en vano te engalanarás: tus amantes te han desdeñado,
quieren acabar contigo. Porque he oído gritos como de mujer que esta de parto,
ansias y congojas como de primeriza; la voz de la hija de Sion moribunda que
extiende sus manos, y dice: ¡Ay de mí! Que me abandona mi alma al ver la mortandad
de mis hijos.
El señor vuelve con su palabra que tiene
poder e infinita sabiduría. Leed tranquila y concienzudamente y hallaras en
cada frase, en cada palabra una enseñanza del libro del Señor. Medítalas
y aplícalas en tu vid a, en tu familia y sobre todo, compártelas
con tus estudiantes. Cada día el Señor te da una enseñanza y una palabra
para reflexionar. El camino de la perfección requiere de mejor y mayor esfuerzo.
Y tú estás en ese CAMINO. ¿Por
qué Quieres huir de la perfección que Dios te ofrece?
FELIZ
SEMANA
JJ = J2