Los estudiantes digitales: seis claves para comprenderlos
José Manuel Pérez Tornero
Santiago Tejedor
El nuevo «entorno hipertecnológico» ha generado importantes cambios en nuestra forma de «percibir y utilizar el tiempo y el espacio», tanto en lo educativo como en lo comunicativo. Los autores defienden que se ha producido una transformación de «la química de nuestra vida cotidiana». En este escenario, profesores y alumnos se ven afectados por este conjunto de cambios. El perfil del estudiante en la sociedad de la infoxicación presenta una serie de características que se pueden resumir en los siguientes aspectos:
– Multimedia: la generación actual no es la del libro de texto. Ni la del podcast. Tampoco la del videoclip. Se trata de una generación multimedia que desea y disfruta de la posibilidad de recibir y transmitir mensajes dotados de todo tipo de atri butos. El multimedia es su forma de comunicar de manera completa y continuada sus inquietudes, sus dudas, sus co mentarios... Mensajes de voz en WhatsApp, fotografías en Flickr, textos convertidos en tuits... Y de todo un poco en cada muro de Facebook.
– Multitasking: no basta con una única «acción». Los alum nos desean (y hasta cierto punto, necesitan) poder llevar a cabo más de una tarea al mismo tiempo. Esta necesidad (que es más una ansiedad) procede de la eclosión de inputs infor mativos procedentes de numerosas plataformas y pantallas con las que el estudiante está y se siente conectado y com prometido. No es baladí el dato que apunta que actualiza mos nuestro teléfono móvil una media de ciento ochenta veces al día...
– Atención flotante: como señala el periodista Sergio Fanjul (2011) en su artículo los usuarios viven «atentos a todo y... a nada». La gran cantidad de información (a veces, melodía; a veces, ruido informativo) genera una gran dificultad en los estudiantes para concentrarse en «aquello» que está pasando en clase, en el libro de la asignatura y, especialmente, en la propia pantalla. Este aspecto demanda del docente una ca pacidad perenne para estimular el interés, la curiosidad, etc. Para ello, es decisivo idear dinámicas que apuesten por la participación coral de todos los integrantes de la clase en el proceso educativo. Larry Rosen, psicólogo y profesor de la Universidad Estatal de California, llevó a cabo una investi gación con doscientos sesenta y tres jóvenes de secundaria y preparatoria de centros estadounidenses con el objetivo de conocer su capacidad de atención. Los resultados son, sin duda, alarmantes. Dos minutos, esto es, ciento veinte segun dos... Este es el tiempo que dedicará un alumno al encargo recibido. Después, comienza la divagación (serendipia) por las pantallas. Rosen señala que durante quince minutos, los estudiantes únicamente habrán dedicado un 65 % del tiem po al desarrollo del encargo recibido.
– Prosumidores: desean ser protagonistas y, por ende, no quedarán satisfechos con un rol de meros receptores de ser mones, discursos, encargos o consejos. Ellos quieren (y pue den) ser productores de contenidos. Internet multiplica las posibilidades de que los alumnos se conviertan en potencia les emisores de mensajes multimedia. Desde textos hasta ví deos, pasando por fotografías y multimedia. Todo es posible. A ello se une la amplia gama de plataformas que introduce la red y que ofrecen a los estudiantes la opción de inaugurar y gestionar sus propias plataformas de publicación de conteni dos en línea. El alumno se consolida así como un «prosumi dor». Y, por ende, el profesor debe ofrecerle espacios que le confieran esa posibilidad de ser protagonista activo de su aprendizaje. Como señala Pastor (2010), el aula muchas ve ces «se ha convertido en una jaula para quienes viven inmer sos en la sociedad del entretenimiento». La flecha de la edu cación marca una doble dirección: del profesor al alumno. Y del alumno al profesor (y al resto de sus compañeros).
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– Autores 2.0: el ciberespacio permite que los estudiantes se conviertan en autores de contenidos. Y asumir el estatus de autor, supone aceptar una responsabilidad grande y seria. Esto es: sus contenidos se publicarán y —en principio— se rán consultados por otros usuarios. De este modo, la posi ción de autores demanda de ellos un compromiso que abar ca desde la calidad de lo publicado hasta la ética y el compromiso profesional de aquel que «es causa de algo». Además, esta posibilidad de ser autores, liga de forma per fecta con la convergencia entre «productores» y «consumi dores» que encarna actualmente el alumnado.
– Nativos y residentes: muchas veces hemos escuchado ya esa diferenciación entre «nativos» e «inmigrantes» digitales. Por descontado, nuestros alumnos son nativos digitales. Sin embargo, este concepto se ha visto ampliado por algunas propuestas como las del sociólogo Quevedo que apunta que son «residentes». Es decir, viven y entienden el mundo desde la tecnología. La diferencia es muy importante pues no se trata de «leer» e interpretar la realidad con los instrumentos tecnológicos, sino desde ellos. Por lo tanto, se requiere de un esfuerzo mayor para lograr que los alumnos adquieran una alfabetización digital y mediática que garantice una aproxi mación y un uso críticos de los instrumentos de la red de redes.
Título tomado del libro Innovación educativa y TICS. Autor: José Manuel Pérez Tornero y Santiago Tejedor,. pp. 90-93
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