Agosto
29 del 2013
EL
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PARO AGRARIO
Y LA JUSTA PROTESTA.
El paro
agrario que comenzó como una pequeña muestra del inconformismo de algunos
sectores productivos del agro Colombiano hace diez días, los cuales tenían como
base los altos costos en los fertilizantes e insumos y los bajos precios en los
productos como la leche, la papa, la cebolla, la zanahoria, el plátano, la
yuca, el café, en fin… ha ido tomando tal fuerza que hoy se han unido a esta justa protesta de los campesinos
Colombianos los transportadores, los estudiantes, los trabajadores, la USO, la
CUT, la CSTC, CTC, el sector minero, FECODE, el sector salud, la MANE, las ama
de casa y el pueblo Colombiano en general a tal punto que hoy empiezan a verse afectadas
las grandes capitales, las cuales van a quedar casi paralizadas por la cantidad
de marchas, protestas y bloqueos que afectan las vías, las carreteras, los centros de abastecimiento y el comercio en
general.
Lo vamos a
decir en forma bien clara, los CAMPESINOS y el sector agrario están haciendo
una protesta justa, valida y tienen toda la razón en sus peticiones, ya que el
sector rural y la gente del campo han sido abandonados y desprotegidos desde
hace mucho tiempo a pesar de que son los
que le ponen el pecho al sol, trillan con el arado o a punta de azadón la
tierra, hacen los surcos, zanjas y siembran la tierra, a pesar de que
despejan montañas a punto de hacha y
machete buscando conquistar tierras más fértiles y haciendo patria con su
presencia en los lugares más recónditos e inhóspitos del territorio nacional; son ellos los que le ponen la piel al
mosquito, luchan contra las enfermedades tropicales y las condiciones de
salubridad, son ellos los que resisten el frio en los altos paramos para
proveer a las grandes centrales de abastecimiento y a las grandes ciudades, son
ellos los viven mojados, con los ojos enrojecidos y encapotados por el cansancio y el duro trabajo que se prolonga
durante varias noche bajo la inclemencia del tiempo para llevar los mariscos a
su mesa, son ellos los que tejen los sacos y costales y hacen los guacales para
recolectar sus frutos, son ellos los que se levantan a las tres o cuatro de la
mañana a cosechar y a ordeñar las vacas, todo solo para que les paguen una
miseria por sus productos, no hay derecho, no hay derecho.
Son ellos los
que producen los alimentos, los seleccionan meticulosamente y los ponen en las
mesas de las grandes ciudades, sin nada a cambio, no hay derecho, ellos son los
que hacen todo el trabajo, el esfuerzo y el desgate, mientras otros cómodamente
disfrutan de estos productos en sus casas, es decir; unos se comen la carne y a otros les toca el hueso… no hay
derecho.
Hay que hacer
más inversión en el campo, hay que disminuir la pobreza y la desigualdad
social, hay que hacer mayor y mejor inversión en salud, mayor y más amplia inversión
en educación, hay que ponerle más atención a las necesidades de nuestros
hermanos colombianos, quienes además son
discriminados y relegados como una clase de colombianos diferente, los
campesinos.
Bien por la
protesta, bien por las manifestaciones de inconformismo, bien por las marchas y
el justo reclamo, pero estas marchas y estos reclamos deben hacerse en forma pacífica
y civilizada, desligada de todas las formas de violencia, sin atropellos, sin saqueos,
sin heridos y sin muertos. Las protestas pacíficas y civilizadas fortalecen las
democracias y ese es el camino que perseguimos.
No podemos
aprovechar la protesta para dañar los bienes del estado, los bienes de los
demás o destruir las instalaciones o la infraestructura del país, no podemos
aprovechar la protesta para golpear a los civiles, a los estudiantes o a los
manifestantes, no podemos aprovechar las protestas para saquear, asaltar y terminar
quemando el camión del vecino, no, y menos aprovechar la protesta para descargar
nuestra rabia, nuestra ira y nuestro inconformismo contra los integrantes de la fuerza pública, contra
los soldados, contra los Agentes de policía o contra los integrantes del ESMAD,
no, ellos también hacen parte del pueblo, ellos también son hijos de campesinos
y sufren las mismas necesidades y afujías que nosotros.
No podemos aprovechar
la protesta civilizada para terminar enfrentándonos los mismos contra los mismos,
el pueblo contra el pueblo, hermanos contra hermanos, matándonos en una batalla
campal y sin sentido por la intolerancia y la incapacidad para sentarnos a
dialogar…, no.
Sí hay que
protestar y sí hay que apoyar las justas causas y para el caso el paro campesino,
el cual debe incluir además en su negociación elementos tales como:
El precio y
regulación de la gasolina, los aceites y demás insumos para los carros, el
precio de los peajes, el mejoramiento de la infraestructura e inversión en el
campo y el sector rural, que se haga una estadística de que y cuanto se produce
y se asegure la compra de estos productos antes de traer importados, la
regulación de los préstamos al sector
agrario de tal manera que estos se empiecen a pagar con la primera cosecha, no
antes, el control de los precios de los productos que producen cuando se los
compran y cuando llegan al último proveedor,
la conservación de los parques naturales y zonas de reservas, el uso de semillas nativas y no transgénicas,
las condiciones y servicios básicos
mínimos en el sector rural y recordar que la negociación debe hacerse en forma
general, no con el ánimo de favorecer a algunos sectores, ya que, en menos de
dos meses tendremos otro paro.
Bienvenida la
protesta civilizada, bienvenida las marchas, bienvenida la negociación justa y
equitativa, bienvenidos las
negociaciones sin ventaja y los diálogos
de paz, ya que solo teniendo en cuenta un sistema político más justo y
equitativo que busque acabar con la
desigualdad sociales y tenga en cuentas todos los sectores y clases sociales,
solo así, tendremos un país grandioso, moderno y progresista, es decir, la
Colombia que soñamos.
Jaime Julián
Angulo Paredes.
Rector.
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