Disciplina positiva en la adolescencia: retos y beneficios
Uno de los grandes retos al tener hijos es, sin duda, su crianza. Aunque se trate de padres primerizos o con experiencia, temas como los llamados de atención, las prohibiciones y los castigos físicos siguen generando cuestionamientos sobre la manera adecuada de educar con amor, pero con firmeza. Entre las alternativas que invitan a repensar las formas tradicionales y a buscar estrategias más enriquecedoras para padres e hijos, se encuentra la disciplina positiva.
Esta es una metodología promovida desde la década de los ochenta por las educadoras estadounidenses Jane Nelsen y Lynn Lott. Ambas fundaron la Asociación de Disciplina Positiva (PDA, por sus siglas en inglés), basadas en los aportes de Alfred Adler y Rudolf Dreikurs, psiquiatras de principios del siglo XX.
Nelsen y Lott construyeron una propuesta alternativa a los modelos tradicionales que solían ser restrictivos y punitivos (en los que primaba el control excesivo y la poca libertad) o muy permisivos (omitían la importancia de los límites y la responsabilidad).
De esta manera, implementaron una serie de estrategias, entre las que destacan:
- Eliminar los castigos.
- Eliminar la permisividad.
- Aplicar reglas con cariño, pero con firmeza.
- Promover el desarrollo del carácter y la responsabilidad.
- Ser conscientes de lo que funciona en términos de crianza y comprender que el maltrato es negativo a corto, mediano y largo plazo.
- Desechar la idea de que el aprendizaje se logra por medio de sentimientos de culpa o vergüenza.
- Involucrar a los niños y adolescentes en el establecimiento de los límites que deben respetar.
- Hacer preguntas a los hijos que los motiven a pensar.
- Hablar con amor y firmeza.
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