“QUIEN QUIERE HACER ALGO, ENCUENTRA UN MEDIO, QUIEN NO QUIERE HACER
NADA ENCUENTRA UNA EXCUSA”
En uno de los conversatorios que se llevaron a cabo en el XXIII
SEMINARIO DE DIRECTIVOS DOCENTES “EVALUACIÓN, CALIDAD Y CONVIVENCIA” el
cual se llevó a cabo los días 28, 29 y 30 de Octubre del año en curso en Villavicencio
y en el cual se hizo presente nuestra Secretaria de Educación, doctora
Piedad Caballero Prieto; me llamó
mucho la atención esta frase “Quien
quiere hacer algo, se propone, lucha y encuentra un medio para
lograrlo, enfrentando y superando
todas las adversidades, estas personas ayudan a solucionar los problemas y
siempre triunfan tanto en su vida laboral, como personal; pero aquellas
personas que no quieren hacer nada, que no quieren avanzar, que no quieren
trabajar, siempre ponen excusas,
siempre buscan un pretexto, siempre tienen una disculpa para no avanzar,
para no hacer lo que les corresponde”.
Este tipo de comportamiento se va convirtiendo en un estilo de vida,
en una forma de trabajar, en una forma de vivir, pero peligrosamente termina convirtiéndose en una enfermedad, llegando
a que la persona viva desilusionada, amargada, pesimista, llena de desesperanza, todo lo vez opaco, sin ilusión
en la vida, no le encuentra ningún sentido a la vida; este tipo de
personas, decía el conferencista, deben evitarse a que lleguen a ser docentes,
ya que pueden hacer un daño a irreparable a muchos niños en muchas generaciones.
Pero intentemos dar la vuelta a la torta y buscar la forma de
ayudar o ayudarnos, ya que todos en algún momento de nuestras vidas
podemos llegar a padecer un poco o mucho de este síndrome. Lo complicado es
no superarlo.
“Transformar
el plomo en oro. Era la base de la alquimia, transformar un
metal denso, gris y pesado, en un metal noble, puro y hermoso.
Y aunque los alquimistas de la antigüedad hacían y experimentaban para
lograr este hallazgo, y encontrar el elixir que pudiera lograr el oro tan
deseado y codiciado, la metáfora queda a punto para explicar el arte de
vivir y entender como un sentimiento o experiencia dura, opaca y pesada
puede transformarse en algo realmente grandioso y extraordinario.
La
desesperanza y la desilusión son sentimientos que se pueden juzgar como
“malos”. Y a decir verdad, cuando los hemos padecido, ciertamente hacen
lucir la vida gris, turbia y hasta
sospechosa. No tenemos confianza, perdemos la esperanza y
las cosas parecen no ser lo que esperábamos o quisiéramos. Estos
sentimientos son fáciles de sentir, sobre todo en un mundo donde las cosas
a veces no parecen ser lo que queremos, y hay violencia e injusticia, desilusión y rechazo? Porque
no podemos modificar o transformar la realidad en lo que nosotros deseamos
o queremos. Cuando no podemos transformar las condiciones que nos duelen o
nos hacen sentir limitados, cuando no sabemos cómo llenar nuestras
necesidades y quitarnos de encima las experiencias que nos hacen sentir
decadente, atrapado, confundido, etc., entonces empezamos a sentir mucha
frustración, la cual con el tiempo se va acumulando hasta que nos quita las
ganas de estar aquí. Y entonces podemos sentir ansiedad, miedo, temor, falta de fe y hasta ganas de no vivir.
¿Cómo transformar la desilusión y desesperanza en un
sentimiento extraordinario?
Aprendiendo
nuevas formas de ver y entender el planeta, el
sol baja en todas direcciones. Decir que algo no debiera de ser de
cierta forma es hasta cierto punto egoísta, ¿y por qué no? Si cada quien
tiene el derecho a sus experiencias, equivocaciones y aprendizajes.
Cuando
estoy luchando contra la corriente para cambiar algo, es que estoy tratando de
encajar la vida en ideales que a mi parecer debiesen de ser. Y aunque esto
puede de alguna forma servir para empujar ciertos procesos de creación, es
muy desgastante. Toda la vida estaré en una lucha continua: el ideal contra
la realidad. Y esta batalla me exentara de concentrarme en el presente, de
disfrutarlo, estoy disociado en un tiempo ideal, pensando en que cuando
tenga o pase algo, entonces yo estaré bien o seré emocionalmente estable. Se agotara tarde o temprano, mi fe,
mi esperanza, porque la vida no cambiara realmente. La vida es lo que es.
Juzgarla y reprobarla continuamente es no permitirme ni a mí ni a los demás
ser lo que son o ser lo que soy. Acomodar a todo el mundo “en su lugar” no
me permite que disfrute lo que hay en este momento, me distrae de
aventurarme en lo que no se de mí mismo, me resta. Si estas desesperanzado
o desilusionado, quizá es momento de dejar de ver hacia fuera, hacia el
pasado, hacia el futuro.
Deja
de enfocarte en lo que no quieres y te gusta y concentrar tu atención en
entenderte mejor, en aprender de lo que has vivido, en dejar de criticarte,
compararte y de estar en una continua competencia entre el “bien” y el
“mal”. Realmente nada está bien ni mal.
A menos que tú lo admitas así. Pero porque no mejor empezar a admitir todo
como una bendición, “lo malo” como un empuje o motor para acercarte a las
grandezas que hay dentro de ti, si dejas de esperar de los demás y empiezas
a encontrar el poder dentro de ti, verás que justo ahí está todo eso que
buscas y esperas. Y siempre ha estado ahí.
Esto también hace parte del proceso de crecimiento y desarrollo continuo que vivimos cono seres humanos y
especialmente como docentes, porque sean lo que sean nuestros estudiantes, debemos comprenderlos, guiarlos, motivarlos,
valorarlos, hacerlos sentir queridos y desarrollar en ellos su
inteligencia.
Jaime Julián Angulo Paredes
Rector
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