lunes, 22 de abril de 2024

 Beneficios de aplicar la disciplina positiva en el aula:

Mejora la motivación y el compromiso de los estudiantes

disciplina-positiva


La disciplina positiva se centra en recompensar el buen comportamiento, lo que ayuda a los estudiantes a entender la importancia de tomar decisiones positivas y responsables. De esta manera se da un sentido de logro y mejora su motivación. Eso sí, no se ponen etiquetas de “niños buenos” frente a “niños malos”; el foco está en las acciones positivas/negativas y sus consecuencias.

Promueve el respeto entre los estudiantes y el profesor

Estimula a los estudiantes a respetar las opiniones de sus compañeros y a tratar de entender sus puntos de vista. Esto promueve un ambiente de clase seguro y respetuoso.

Asumir la responsabilidad

Desarrolla habilidades para asumir la responsabilidad de sus acciones, el autocontrol y la solución de problemas.

Mejora la autoestima

Aumenta la autoestima de los alumnos y su capacidad de resolución de conflictos.

Contribuye a crear una mayor conexión entre los alumnos de un mismo aula, respetando sus diferencias y fomentando las capacidades individuales.

Clima positivo

Ayuda a crear un clima escolar positivo, en el que los estudiantes se sienten respetados, motivados y seguros. Esto es especialmente útil para los estudiantes con necesidades especiales o aquellos a los que les cuesta más relacionarse con iguales.

Prevención

La educación en disciplina positiva también es una forma de enseñanza que se centra en la prevención, en lugar de la reacción.

En resumen, la disciplina positiva es una herramienta valiosa para crear un ambiente de aprendizaje saludable y respetuoso en el aula. Al enfocarse en el respeto mutuo, la cooperación y la solución de problemas, los estudiantes pueden desarrollar habilidades importantes para la vida, como la autoestima, la empatía y la responsabilidad.

domingo, 14 de abril de 2024

¿Qué es la disciplina positiva y cómo emplearla en el aula?

La disciplina positiva es un sistema de enseñanza centrado en el estudiante en el que se usan estrategias constructivas basadas en el respeto y la empatía frente a métodos tradicionales que abogan por los castigos.

La educación es una de las herramientas más importantes para mejorar la sociedad y preparar a las generaciones futuras. Gran parte del éxito de la misma —además de la formación adecuada de los docentes— es la metodología empleada. Frente a los métodos tradicionales, más rígidos y apoyados en castigos, la disciplina positiva en el aula fomenta una relación entre el profesor y el estudiante basada en el respeto, teniendo en cuenta las emociones y capacidades de los alumnos y abogando por comprender sus comportamientos. Para ello se establecen límites y normas en función de cada niño/edad.

La disciplina positiva en el aula es una forma de educar que no recurre a la disciplina correccional y, por lo tanto, no emplea el castigo (ni físico ni emocional). Para ello se centra en el refuerzo de los comportamientos deseados, en lugar de castigar a los estudiantes por los inadecuados. Esta técnica requiere de más esfuerzo, tiempo y paciencia, pero se ha demostrado que es más eficaz y, además, mantiene la premisa de respetar a los niños.

Una de las claves de la disciplina positiva es el reconocimiento de los comportamientos apropiados y la motivación para alcanzarlos. Para ello, los maestros deben establecer claramente las expectativas para el comportamiento y explicarlo a los estudiantes de manera clara y concisa. También deben proporcionar retroalimentación inmediata en lugar de esperar hasta el final de la clase.

Para aplicar la disciplina positiva en el aula es fundamental que los profesores establezcan  una relación de confianza con sus alumnos, conocerlos, tener en cuenta sus intereses y capacidades y entender sus necesidades tanto a nivel grupal como individual.

¿Cómo aplicar la disciplina positiva en clase?

Fijar límites claros de conducta

Esto permite construir una relación basada en la confianza y respeto entre los estudiantes y el profesor. Fijar normas que todos comprendan contribuye a entender lo que se espera de ellos y a prevenir comportamientos inaceptables.

Recompensar por comportamientos positivos

Crear recompensas como elogios, tarjetas de reconocimiento o, incluso, estrellas en una pizarra para recordar tareas bien hechas, puede ser una buena manera de motivar a los estudiantes.

Establecer relaciones positivas

Es una de las claves para aplicar la disciplina positiva en clase. Al hacer preguntas abiertas, escuchar activamente y mostrar respeto a los alumnos es más fácil crear un ambiente en el que se sientan cómodos y respetados.

disciplina-positiva

Enfocarse en el proceso de aprendizaje y no en el resultado final

Proporcionar oportunidades para la discusión, el debate y la colaboración, ofreciendo una retroalimentación constructiva.

Normas de comportamiento

Involucrar a los estudiantes en el diseño de normas de comportamiento y en la determinación de cómo se abordarán los conflictos. Esto les brindará la oportunidad de ser parte del proceso, aumenta la motivación y contribuyen en el desarrollo de habilidades de liderazgo. Hay que tener en cuenta que estas normas son “vivas”, es decir, se pueden ir adaptando a lo largo del curso.

Dar ejemplo

De nada vale la teoría si no se aplica en la práctica, máxime cuando se trata de niños de corta edad. Por eso los profesores deben dirigirse a los niños con respeto, sin gritos, hablando con firmeza pero sin imposiciones.

Fomentar las actividades colaborativas

Para que todos los alumnos se sientan partícipes, se ayuden unos a otros y aprendan que, aunque tengan capacidades diferentes, todas son importantes.

Es importante mencionar que cada estrategia que se aplique en el aula de clase dependerá de la edad, el grupo y las características individuales de los estudiantes.

Para aplicar la educación positiva en el aula es importante que los docentes cuenten con una formación especializada que les ayude a entender el comportamiento de los niños, su desarrollo y necesidades. 

martes, 9 de abril de 2024

 

Mi hijo no quiere estudiar: mira 6 consejos que te pueden ayudar


Naturalmente, a la mayoría de los niños les gusta aprender cosas nuevas.
 
Basta observar su entusiasmo cuando logran andar, o cuando comienzan la alfabetización y quieren leer toda y cualquier palabra que puedan, ya sea empaques, estampas, letreros…
 
La sensación de superar los retos y adquirir un nuevo conocimiento motiva al niño y le hace sentir bien.
 
En otras palabras: la sensación de acertar y lograrlo es fundamental para cambiar “mi hijo no quiere estudiar” por “a mi hijo le encanta aprender”.
 
Aprovechar esa motivación es una herramienta poderosa que tienes en tus manos.
 
¡Mira algunos consejos que pueden marcar la diferencia en tu casa hoy mismo!


Establece metas con tu hijo

Disfrutar el estudio está íntimamente relacionado con la idea de motivación.
 
Como vimos, no poder entender el contenido trae frustración, baja autoestima y menos ganas de aprender.
 
La buena noticia es que lo contrario también es cierto.
 
Al dominar un contenido o sacar una buena nota, el niño se da cuenta de que es capaz y se siente motivado a seguir adelante.
 
Por lo tanto, si estás viviendo el dilema de “mi hijo no quiere estudiar”, es importante establecer con él metas alcanzables y realistas, incluso fáciles al principio.
 
Por ejemplo: estudiar sin interrupciones durante media hora o hacer cinco ejercicios de una asignatura.
 
Al alcanzar la meta, él recibirá una dosis de estímulo y sabrá que puede ir más allá. A partir de ahí, las metas se pueden aumentar gradualmente.


Sé más flexible

Nadie está motivado y es productivo el 100% del tiempo. Esa es una verdad que se aplica tanto a los adultos como a los niños y adolescentes.
 
Entonces, antes de decir “mi hijo no quiere estudiar”, trata de ser más flexible y comprender si la falta de ganas es solo un cansancio momentáneo o un período de bajo rendimiento.
 
Si este es el caso, puedes acordar con tu hijo cuál será el horario de estudio y algunas reglas que debe seguir. Con flexibilidad, esto se puede hacer incluso con su participación.


Ofrece ayuda

Si tu hijo no quiere estudiar, no es tu papel discutir el contenido con él o aclarar sus dudas. La mayoría de la gente no tiene ni el conocimiento ni la didáctica necesaria para eso.
 
Deja esta tarea para los profesores.
 
Pero eso no significa que no debas ayudar a tu hijo a estudiar. Existen innúmeras maneras de hacerlo.
 
Lo más importante, en cualquiera de ellas, es que él sepa que confías en su potencial. Esta seguridad y apoyo son esenciales para que confíe en su capacidad.
 
Además, trata de enfocarte más en las conquistas y menos en las derrotas. Encuentra puntos concretos para elogiar, por menores que sean.
 
Por mucho que una calificación aún no sea la ideal, observa si es mejor que las anteriores y reconoce este avance.

Permite más autonomía

Tu hijo necesita entender que los estudios son su responsabilidad.
 
Una forma de hacerlo es fomentando su autonomía.
 
Independientemente de la edad del niño, es importante delegarle tareas que fomenten su autonomía.
 
Puede ser organizar los juguetes en la habitación, poner la ropa sucia en el cesto o hacer la cama. Estas responsabilidades sencillas le enseñan a manejar las responsabilidades solo.
 
El resultado es una perspectiva más activa frente los estudios. Con autonomía, tu hijo aprende a organizarse e incluso a identificar lo que le funciona mejor.

Habla sobre la importancia de los estudios

Muchas veces, los jóvenes no pueden comprender los beneficios de los estudios para la vida o simplemente entender por qué necesitan estudiar.
 
Por eso, es importante que tengas conversas con tu hijo que lo ayuden a darse cuenta de los beneficios del aprendizaje.
 
Pero no basta con solo hablar sobre la importancia de los estudios. Es fundamental que los padres participen activamente y, sobre todo, muestren interés por el aprendizaje de sus hijos.
 
En estos casos, el ejemplo también suele ser una herramienta poderosa.
 
Si estás siempre aprendiendo cosas nuevas y te mantienes abierta al conocimiento, haciendo cursos, leyendo, siendo curiosa y actualizándote, tu hijo se dará cuenta en la práctica de lo importante que son los estudios.