13 de octubre del 2019
CONSEJO DIVINO.
LA PROFECÍA DE JEREMÍAS
CAPITULO XXXVIII
DEL LIBRO DE DIOS "LA PROFECÍA DE JEREMÍAS CAP. XXXVIII– 38"
Jeremías es
entregado por el rey en manos de los príncipes quienes le encierran en un
calabozo lleno de cieno; desde allí le saca Abdemelech por orden del rey, al
cual exhorta el Profeta a que se rinda a los Cahaldéos. El rey manda a Jeremías
que no le diga a nadie lo que ha hablado con él.
Pero Saphatias hijo de Mathán, y Gedelias
hijo de Phassur, y Juchal hijo de Selemias, y Phassur hijo de Melchias, habían oído
las palabras que Jeremías predicaba a todo el pueblo, diciendo: Así habla el
Señor: Cualquiera que se quedare en esta ciudad, morirá a cuchillo, o de
hambre, o de peste; pero el que se refugiare a los Chaldéos, vivirá, y pondrá
en salvo su vida. Esto dice el Señor: Sin falta será entregada esta ciudad en
poder del ejército del rey de Babylonia, el cual se apoderará de ella. Entonces
dijeron los príncipes al rey: Pedímoste que sea condenado a muerte ese hombre;
porque él procurará de intento que desmayen los brazos de los valientes, y el
esfuerzo de los guerreros que han quedado en esta ciudad, y de todo el pueblo,
con aquellas palabras que dice: pues está visto que ese hombre no procura el
bien, sino el mal de este pueblo. A lo que contesto el rey Sedecías: Ahí le tenéis
a vuestra disposición; que no es posible que el rey os niegue cosa alguna.
Cogieron pues a Jeremías, y le metieron en la cisterna de Melchias hijo de
Amelech, situada en el atrio de la cárcel y por medio de sogas descolgaron a
Jeremías en la cisterna, donde no había agua, sino lodo: así pues Jeremías
quedo hundido en el cieno.
Y Abdemelech, eunuco, Ethiope, que estaba
en el palacio del rey, supo que habían echado a Jeremías en la cisterna. Hallábase
el rey a la sazón sentado en la puerta de Benjamín. Salió pues Abdamelech de
palacio, y fue a hablar al rey, diciendo: oh rey y señor mio, muy mal han
obrado estos hombres en todo lo que han atentado contra el Profeta Jeremías, echándole
en la cisterna para que allí muera de hambre, pues ya no hay pan en la ciudad.
Entonces el rey le dio orden a Abdemech, Ethiope: Llévate de aquí contigo
treinta hombres, y saca de la cisterna al Profeta Jeremías antes que muera. Tomando
pues consigo Abdemelech los hombres, entró en el palacio del rey en una pieza subterránea
que estaba debajo de la tesorería, y cogió de allí unas ropas viejas y trozos
de paños medio consumidos, y los echo a Jeremías en la cisterna a Jeremías por
medio de cordeles. Y dijo el Ethiope Abdemelech a Jeremías: Pon esos trapos
viejos y retazos medio consumidos debajo de tus sobacos, y sobre o alrededor de
las cuerdas; hízole así Jeremías; y tiraron de él con las cuerdas, y sacáronle
de la cisterna; y quedó Jeremías en el atrio de la cárcel.
Envió después el rey Sedecías a buscar al
Profeta Jeremías y se le hizo traer a la tercera puerta del templo del Señor; y
dijo el rey a Jeremías: Una cosa te voy a preguntar: no me ocultes nada. Y
Jeremías contesto a Sedecías: Si yo te la declaro, ¿No es así que tú me
quitaras la vida? Y si yo te diere un consejo, tú no me has de escuchar. Entonces
el rey Sedecías juró secretamente a Jeremías, diciendo: Júrote por el Señor que
ha creado en nosotros esta alma, que no te quitaré la vida, ni te entregaré en
manos de esos hombres que desean tu matarte. Dijo pues Jeremías a Sedecías:
Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israél: Si te sales de
Jerusalem, y te pones en manos de los príncipes o generales del rey de
Babylonia, salvaras tu vida, y esta ciudad no será entregada a las llamas, y te
pondrás en salvo tú y tu familia. Pero si no vas a encontrar a los príncipes del
rey de Babylonia, será entregada la ciudad en poder de los Chaldéos, los cuales
la abrasarán y tú no escaparas de sus manos. Y dijo el rey Sedecías a Jeremías:
Témote de aquellos Judíos que se han desertado a los Chaldeos: no sea que estos
me entreguen en sus manos, y me insulten y maltraten. Pero Jeremías le
respondió: No te abandonarán en sus manos. Ruégote que escuches las palabras
del Señor, y yo te hablo, y te irá bien, y salvarás tu vida. Que si no quieres
salir, he aquí lo que me ha revelado el Señor: Sábete que todas las mujeres que
han quedado en el palacio del rey de Judá serán conducidas para los príncipes del
rey de Babylonia: y estas mismas te dirán entonces: ¡Oh como te han engañado, y
prevalecido para daño tuyo los que te lisonjeaban con la paz! Dirigieron tus
pasos a un resbaladero, y te han metido en un atolladero, y en seguida te han
abandonado. Y todas las mujeres y sus hijos serán llevados a los Chaldéos, y tú
no escaparas de sus manos, sino que caerás prisionero del rey de Babylonia, el
cual incendiará esta ciudad. Sedecías dijo entonces a Jeremías: Nadie sepa
estas cosas, y de este modo tú no morirás. Y si los príncipes supieren que yo
he hablado contigo, y fueren a ti, y te dijeren: Manifiéstanos lo que ha dicho
el rey, y que es lo que el rey ha hablado contigo, no nos lo encubras, y no te
mataremos: Les has de responder: Postrado a los pies del rey le suplique que no
me hiciese conducir otra vez a la casa o cárcel de Jonathan, para morir yo
allí.
En efecto vinieron luego todos los príncipes
a Jeremías, y se lo preguntaron, y él les respondió palabra por palabra todo lo
que le había prevenido el rey; y no le molestaron más, pues nada se había traslucido.
Y Jeremías permaneció en el zaguán de la cárcel hasta el día en que fue tomada
Jerusalem: porque al fin Jerusalem fue rendida.
El señor vuelve con su palabra que tiene poder e infinita
sabiduría. Leed tranquila y concienzudamente y hallaras en cada frase, en cada
palabra una enseñanza del libro del Señor. Medítalas y aplícalas en
tu vida, en tu familia y sobre todo, compártelas con tus estudiantes. Cada
día el Señor te da una enseñanza y una palabra para reflexionar. El camino de
la perfección requiere de mejor y mayor esfuerzo. Y tú estás en ese CAMINO. ¿Por qué Quieres huir de la
perfección que Dios te ofrece?
FELIZ
SEMANA
JJ = J2
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