04
DE NOVIEMBRE DEL 2014
CONSEJO
DIVINO.
TOMADO DE PROVERBIOS
PARTE XXIX
DEL LIBRO DE DIOS "PROVERBIOS CAP. XXX- 30"
El sabio cree no saber nada. Se habla enigmáticamente de cuatro vicios pésimos e insaciables que tienen perturbado al mundo, y que debemos procurar evitar.
Palabras o sentencias de aquel que
congrega, hijo del afluente en sabiduría. Revelación que expuso un varón con
quien esta Dios, y el cual habiendo sido confortado por Dios, que mora en él,
habló de esta manera: yo soy el más ignorante de los hombres: ni tengo sabiduría
humana. No he aprendido la sabiduría, ni he entendido por si mismo la ciencia
de los sabios. ¿Quién ha subido al cielo y ha bajado de allá, para poder hablar
sabiamente? ¿Quién sujeto el viento con las manos? ¿Quién envolvió en densas nueves
las aguas como en un envoltorio? ¿Quién ha dado estabilidad a todas las partes
de la tierra? ¿Cuál es el nombre de este que tal hizo? ¿y que nombre tiene su
hijo? Dilo tú, si es que los sabes. Toda
palabra de Dios esta como acrisolada al fuego: es un escudo para los que en el confían.
No añadas una tilde a sus palabras; de lo contrario será redargüido y
convencido de falsario.
Dos cosas te he pedido, oh señor; no
me las niegues en lo que me resta de vida. Aleja de mi la vanidad y las palabras mentirosas. No me des ni
mendiguez ni riquezas; dame solamente lo necesario para vivir; no sea que viéndome
sobrado, me vea tentado a renegar de ti, y diga lleno de arrogancia: ¿Quién es
el señor? Ó bien que acosado de la necesidad, me ponga a robar y a perjudicar
el nombre de mi Dios. No acuses ligeramente al siervo ante su amo; no sea que
te maldiga y tú te pierdas. Hay una casta
de gente que maldice a su padre, y también a su madre, en vez de
bendecirla. Otra casta de gente que se tiene por pura, y por lo mismo no se ha
lavado de sus manchas. Otra casta de hombres que tienen siempre altivos sus ojos, y erguidos y levantados sus
parpados. Otra casta de hombre que tienen unos dientes como cuchillos, y despedazan con sus quijadas, y se
tragan los desvalidos de la tierra, y los pobres de entre los hombres. La sanguijuela
de la concupiscencia tiene dos hijas, las cuales están diciendo siempre: dame,
dame. Tres cosas hay insaciables, o más bien cuatro, que jamás dicen: ya basta.
El infierno, la matriz de la estéril o la lascivia, la tierra que nunca se
sacia de agua; además el fuego, el cual nunca dice basta.
A quien hace mofa de su propio padre,
y desprecia los dolores que al parirle padeció su madre, sáquenle los ojos los
cuervos que viven a lo largo de los torrentes, y cómanselos los aguiluchos.
Tres cosas me son difíciles de
entender o más bien cuatro, las cuales ignoro totalmente: el rastro del águila en
la atmósfera, el rastro de la culebra sobre la peña, el rastro de la nave en el
altar y el proceder del hombre en la mocedad. Tal es también el camino de la
mujer adultera; la cual después de haber comido, limpiándose la boca dice con descaro;
yo no he cometido mal alguno.
Por tres cosas me perturbaba la
tierra, o más bien por cuatro; las cuales ella no puede sufrir: por un esclavo
que llega a reinar; por un tonto harto de comida; por una mujer que se casa con
el que la aborrece; y por la esclava que es la heredera de su ama.
Cuatro cosas hay de las más pequeñas
o ruines sobre la tierra; las cuales superan el saber a los sabios: las
hormigas, ese pueblo debilísimo, el cual al tiempo de las mieses se provee de víveres;
los conejos, tímidos animales, que colocan sus madrigueras entre las peñas: las
langostas, que sin tener rey, se mueven todas ordenadas en escuadrones. El estelión
que trepa con sus pies, y se aposenta en los mismos palacios de los reyes.
Tres cosas hay que andan con mucho garbo,
o más bien cuatro, las cuales marchan con gran gallardía. El león, que como el
más fuerte de todos los animales, no teme el encuentro de nadie. El gallo, que
anda erguido: el carnero padre que va al frente del rebaño, y el rey, con quien nadie puede medir sus fuerzas. Hay quien
pasaba por sabio que descubrió ser un insensato, luego de elevado a un alto
puesto: si hubiese tenido entendimiento, no hubiera desplegado sus labios para
pedir tal destino. Quien exprime o bate fuertemente la ubre para sacar leche,
hace salir de ella un jugo espeso, y quien se suena con vehemencia, saca sangre: así, aquel que provoca la cólera,
enciende discordias.
Leed tranquila y
concienzudamente y hallaras en cada frase, en cada palabra una enseñanza del
libro del Señor. Medítalos y aplícalos en tu vida, en tu familia y
sobre todo compártelo con tus estudiantes.
FELIZ SEMANA
JJ = J2